Los pensionistas patrios se han puesto a España y su clase política por montera y cada poco tiempo se van a las puertas del mismísimo templo donde reside la soberanía nacional del que emanan los poderes del Estado: el Congreso de los Diputados, a manifestarse, a poner las peras al cuarto a sus señorías, con el gobierno de turno a la cabeza. Hasta ahí todo estupendo. Muchos pensionistas, la mayoría, no pueden seguir percibiendo las miserias que reciben mensualmente después de toda una vida de trabajo. Los pensionistas españoles son los peor remunerados de la Europa común. Ya va siendo hora de que se escuchen sus demandas. Ya va siendo hora de que se les trate con la debida dignidad.

Los pensionistas españoles suele ser gente pacífica, gente con dos dedos de frente, gente prudente que para eso los años dan experiencia y aquietan los impulsos de la mocedad. Por eso no deja de extrañar que las últimas protestas hayan estado presididas por una actitud violenta impropia en gentes como ellos. No me encaja. Cabe preguntarse ¿quién mueve los hilos de estas marionetas? Porque quien quiera que se trate, mueve a los pensionistas como conviene a sus intereses partidistas. Eso lo ve hasta un invidente.

Es curioso que siempre que nuestros pensionistas salen a la calle, lo hagan portando banderas y gallardetes de esta o aquella central sindical. Como también es curioso que siempre que los pensionistas se manifiestan ante la puerta de los leones del Congreso de los Diputados, Pablo Iglesias acierte a pasar por allí o, simplemente, se encuentra esperándolos. No soporto la demagogia que emplea este tipo. Tampoco soporto la utilización que hace de las clases desfavorecidas y de los pensionistas quien vive en un casoplón de 660.000 euros. Cabe recordar que hace tan sólo tres años, el líder de Podemos criticaba con dureza a aquellos políticos que viven en residencias similares a la ahora suya, afeando esta opción habitacional con una supuesta desconexión de la sociedad que tienen que gobernar. Puestos a recordar me vienen a la memoria sus ácidas críticas contra el ministro Luis de Guindos por comprarse un ático de 600.000 euros. Nos preguntó algo así como "¿Entregarías la política económica del país a quien se gasta 600.000 euros en un ático de lujo?".

Cabe ahora preguntarse si hay que dejarse manipular dentro y fuera del Parlamento por quien se gasta 660.000 euros en un casoplón de lujo, con piscina, barbacoa, y todo lo demás. Por la boca muere el pez. Por eso da pánico pensar que pueda ser Iglesias quien esté manejando los hilos que travisten en violentos a los pensionistas. Da miedo pensar que les lave el cerebro, da miedo pensar que se dejen engañar por este tipo sin escrúpulos. La tensa protesta de los pensionistas a la que se sumó Iglesias debe hacer reflexionar a nuestros jubilados. Iglesias utiliza las pensiones como arma electoral. Se postuló como mediador entre policías y manifestantes para que todo transcurriera de forma pacífica, y en medio de la desfachatez que le acredita espetó ante los medios de comunicación: "No se puede recibir a la generación de la democracia a empujones. A esta gente hay que abrazarla y respetarla porque, sin ellos, no hubiera sido posible la moción de censura que expulsó a Mariano Rajoy de La Moncloa" ¡Toma ya! Ni Psoe, ni Podemos, ni ERC, ni Pnv. Quienes sacaron a Rajoy de La Moncloa fueron los pensionistas. Hay que llevarlos en volandas a La Moncloa y desalojar al usurpador.