Nunca agradeceremos suficientemente el trabajo gratuito de difusión sobre la vida universitaria que han realizado quienes se han visto involucrados, enredados o salpicados, directa o indirectamente, por las polémicas relacionadas con los másteres, las tesis doctorales, los plagios o los currículos, asuntos que forman parte del día a día de la Universidad. Gracias a Cristina Cifuentes, Pablo Casado, Carmen Montón, Pedro Sánchez, Albert Rivera y algunos más, cuyos nombres son menos conocidos, los españoles han aprendido en apenas unos meses, incluso de manera gratuita y práctica, mucho más que lo empollado por quienes venimos dedicándonos a estas cosas desde hace mucho tiempo. ¿Quién no sabe a estas alturas de la película qué demonios es un máster universitario, qué requisitos se exigen para cursarlo y superarlo, qué son las comisiones académicas o de calidad y qué puede suceder cuando las normas se saltan a la torera y no se cumplen? A ver, que levante la mano el españolito de a pie que aún no sepa de qué estoy hablando.

Y lo mismo con respecto a qué es una tesis doctoral. Todo el mundo entiende que realizar una tesis es algo muy serio, que alcanzar el máximo reconocimiento en el ámbito académico, es decir, ser doctor en tal o cual rama de conocimiento, implica pagar algunos peajes relacionados con el cumplimiento estricto de la normativa universitaria, los procedimientos, los requisitos de defensa, la constitución de tribunales, etc. Quienes realizan una tesis saben además que no se puede copiar de otros autores sin ser citados correctamente, porque si te pillan en un renuncio de este tipo te pueden acusar de plagio y, claro, eso no solo es muy feo sino que incluso te puede costar una carrera universitaria. Y muchos españoles han aprendido también que si pones en tu curriculum vitae que eres doctorando en no sé qué eso significa que estás matriculado y vinculado a una Universidad para realizar una tesis doctoral. El problema es cuando te pillan y se comprueba que ya no eres un doctorando, que lo fuiste, sí, pero que has dejado de serlo.

Los españoles han aprendido también que, antes de emitir un juicio, siempre hay que informarse y, como decían los viejos del lugar, separar el grano de la paja, pues no todas las personas y, por consiguiente, todas las conductas, por similares que puedan parecerlo, son iguales. Incluso me atrevería a aventurar que la inmensa mayoría de los españoles no se dejan embaucar por el primero que difunde un latigazo informativo, suelta un zasca o realiza un comentario en las tertulias de turno. Porque estoy convencido que las personas con cabeza saben o, al menos lo intentan, "discernir", palabro que me encanta y que utiliza con mucha profusión el Papa Francisco en sus discursos, charlas y prédicas para referirse al proceso de comprender, aclarar y descifrar los misterios de la vida. Y la vida universitaria, que para muchas personas de buena voluntad siempre había sido un misterio, mire usted por dónde ha dejado de serlo en apenas unos meses. Y es que, aunque parezca mentira, en muchas ocasiones no hay mal que por bien no venga.