Estaban entrenando tranquilamente los jugadores de la selección española de fútbol, trotando por los céspedes rusos, cuando les llegó la noticia que su seleccionador había sido contratado por el Real Madrid C.F. Faltaban apenas dos días para que debutaran en el Campeonato del Mundo, tras haberse clasificado de manera brillante. En aquellos momentos, debido a tal circunstancia, se quedaban huérfanos y mal atendidos por mor de las nuevas ocupaciones que le caían al seleccionador al pasar a pertenecer a un club de la liga española. Justo en el momento más crítico, en el que más le necesitaban, en el que debería establecer las tácticas y decidir las alineaciones, cuando tenía que insuflar palabras de ánimo o soltar una filípica llegado el caso.

El hecho era que un club perteneciente a la Real Federación Española de Fútbol, como el Real Madrid C.F le birlaba el seleccionador a la propia Federación, y precisamente cuando acababan de ampliarle y mejorarle sustancialmente el contrato. Un acto tan imprevisto como desleal dejaba pocas opciones a la Federación para poder reconducirlo. Porque claro, los jugadores del Madrid que jugaban en la Selección Española, podían estar contentos de hacer méritos ante el nuevo jefe que, en breve, les iba a dirigir en su club, pero a los jugadores pertenecientes a otros equipos, como los del F.C. Barcelona - su eterno rival - más bien les tenía que "dar por saco" desnudar sus conocimientos delante de un técnico de la competencia.

Así que ante ese batiburrillo y para salir del paso, al presidente de la Federación no le quedó otra que despedir al ingrato y tirar para adelante de cualquier manera, con improvisación y sin tiempo para reconducir la situación.

El resultado final no pudo ser más desafortunado, como no podía ser de otra manera, de manera que a aquella puñalada trapera bien pudo ser catalogada de golpe de estado en el planeta del fútbol. La selección española no solo no ganó el campeonato en cuestión, sino que hizo un penoso papel, propio de quien no da para más, cuando, en realidad, disponía de jugadores lo suficientemente capacitados para alcanzar metas mayores.

Años antes, un entrenador, precisamente perteneciente a ese mismo club, el Real Madrid, azuzaba a sus jugadores para que se enfrentaran a los del F.C. Barcelona, no solo con su juego, sino con groseros gestos y comentarios, y con finales de partidos plagados de insultos, lo que hizo que los dos núcleos principales de los que se surtía la selección española (F.C. Barcelona y Real Madrid C.F) apenas se dirigieran la palabra. Faltaba poco para que se jugara el Campeonato Europeo de Fútbol y la selección estaba a punto de romperse merced a la nefasta influencia de aquel entrenador que se permitía el lujo de agredir físicamente al segundo entrenador del equipo rival, cuando las cosas no le salían como él deseaba. En esas se encontraba la historia cuando acertó a pasar por allí el mismísimo caballero Amadís de Gaula que había tomado cuerpo en dos deportistas de una categoría excepcional, como Iker Casillas y Xavi Hernández -uno de cada uno de aquellos dos equipos- que decidieron tomar al toro por los cuernos, y con lanza en cabestrillo ensartaron a los dragones del mal, de manera que no solo desapareció la agresividad que les sugería el patético entrenador luso, sino que crearon un clima de camaradería en la selección española,. Consecuencia de ello fue que ganaron brillantemente el Campeonato de Europa de selecciones (Año 2012 en Polonia y Ucrania) precisamente los mismos jugadores que habían ganado el Campeonato Mundial de Futbol de 2010, en Sudáfrica.

En ambos casos los oscuros nubarrones partieron del mismo club, el Real Madrid, y de un mismo presidente D. Florentino Pérez. Quizás haya sido una casualidad, o quizás no, pero, por si acaso habría que andar con ojo no sea que vuelva a darse otro golpe, si no de estado, si al menos, un golpe bajo, ya que dice el refrán que no hay dos sin tres, y el presidente del citado club continúa siendo el mismo.

Una vez pasados aquellos nefastos acontecimientos se esperaba que la reacción de los medios de comunicación pusiese a cada uno en su sitio, pero héteme aquí que, sin saberse por qué, prefirieron echar tierra al asunto. Es más, en lugar de trasmitir un sentimiento de cólera, pena y vergüenza, algunos optaron por echarle la culpa al empedrado, en este segundo caso al presidente de la Federación Española de Fútbol. Y es que es en los conflictos de intereses es donde se echa de menos a periodistas menos dóciles, aunque se trate de criticar a ese club que dice en su himno que es "caballero del honor", o precisamente por eso.

Y colorín, colorado, aquí nunca pasa nada, porque todo depende del color del cristal con que se mira, y dependiendo del caso, de si entre el ojo y la noticia media la recalcitrante opacidad que producen las banderas, y los forofos.