Podría estar refiriéndome a la Alegoría de la República Española, pero no. La niña bonita también es la forma coloquial de designar al número quince. Y por ahí van los tiros. El quince no es precisamente el número de Pedro Sánchez. El quince está marcando, de momento y desde la penúltima, su Gobierno. Porque en 15 semanas de la era Sánchez, quince han sido las rectificaciones de su Gobierno en materias de todo tipo. Materias que se iniciaron con Máxim Huerta y continúan a fecha de hoy. Moncloa no hace otra que rectificar, que pisar el freno y dar marcha atrás en muchas de sus decisiones, algunas absolutamente controvertidas.

Moncloa ha hecho labor de introspección y ha llegado a la conclusión de que el Gobierno está falto de "maduración". Vamos, que todavía no se ha caído del guindo. El día que se caiga el golpe va a ser descomunal. Lo cierto es que el funambulista Sánchez llegó subido en el alambre, con un Gobierno feminista, de apariencia renovadora y solvente, sorprendente, atractivo, lleno de destellos. En la teoría ha sido así, en la práctica la descoordinación ha sido absoluta y los "tropiezos" que ahora ha admitido Moncloa, han sido constantes. En apenas seis días, perdió a uno de sus ministros sorpresa, Máxim. A partir de ahí los tropiezos, los errores, la disfunción interministerial y las rectificaciones han sido una constante.

Quince rectificaciones en el haber del Gobierno Sánchez. Todas tienen su aquel. Quizá las más polémicas, las más mediáticas, tienen que ver con la duración de la legislatura, la defensa del Juez Llarena, la venta de armas a Arabia Saudí, el repliegue ante la banca, la subida del IRPF y así hasta quince veces metiendo la pata, dicho igualmente de forma coloquial. Eso sin olvidar el asunto estrella del Gobierno de la moción: el Valle de los Caídos. Sánchez renunció al tan cacareado museo de la memoria en que iba a convertirlo, por un cementerio civil. Tengo para mí que todavía no es la decisión final.

A la vuelta de vacaciones le esperaba la bomba que le ha estallado en todo el morro. El Ministerio de Defensa se apresuró a anunciar la anulación de la venta de 400 bombas de precisión a Arabia Saudí, para que no pudiera utilizarlas en la guerra con Yemen. Los antimilitaristas se frotaban las manos. Los buenistas se alegraban de la medida. Sólo que la realidad era muy otra. El ministerio que preside Margarita Robles no calculó bien y la cosa se complicó de malas maneras. Los saudíes habían firmado un contrato para construir cinco corbetas en los astilleros de Navantia, de los que dependen seis mil empleos en la Bahía de Cádiz que peligraban, con la preocupación y el cabreo consiguiente de los miles de trabajadores afectados y las exigencias de la propia Junta de Andalucía que, sin comerlo ni beberlo, se veía envuelta en una crisis no deseada.

El pasado viernes, el Ejecutivo de Sánchez tuvo, ¿y van?, que dar nuevamente marcha atrás y hacer suyo aquello de 'rectificar es de sabios' eso sí, presionado por los trabajadores. El regreso al poder del Partido Socialista ha estado sembrado de una intranquilidad permanente debido a los cambios de criterio y opinión constantes. Con la dificultad añadida de gobernar en la cuerda floja con 84 escaños, sin pacto de legislatura y con unos socios poco recomendables.