El 2 de enero de 1412 la reina Catalina de Lancaster, durante la minoría de edad del futuro rey de Castilla Juan II, promulgó las leyes llamadas de Ayllón que constituían un conjunto de normas restrictivas contra los judíos y los mudéjares.

Aquellas medidas obligaron, en Zamora, al confinamiento de los judíos en el Barrio de la Vega, cercados por una verja que los separaba de los cristianos, lugar donde tuvieron que habitar en adelante, teniendo su propio cementerio que se estableció en el lugar donde hoy se inicia el Barrio de Espíritu Santo.

Con el objetivo de lograr que los judíos se convirtieran al cristianismo, se adoptaron diversas medidas como prohibirles ejercer oficios de médicos, cirujanos, boticarios, almojarifes, herradores, carpinteros, sastres, tundidores, peleteros y zapateros, no podían vender a los cristianos pan, vino, harina, manteca ni ninguna otra cosa de comer.

Se les obligaba a llevar barba y pelo largo para distinguir fácilmente a los judíos de los cristianos; además tenían que llevar cosida a su ropa (que debería ser modesta y sin ningún lujo) una rodela bermeja.

También se prohibía a los judíos administrar, arrendar o recaudar rentas del Rey. Se les obligaba a vivir en barrios exclusivos y cerrados, sin poder salir de ellos salvo algunas excepciones.

Estas duras leyes fueron derogadas en 1418, cuando Catalina de Lancaster falleció el 1 de julio de ese año y su hijo Juan II alcanzaba la mayoría de edad proclamada por las Cortes de Castilla reunidas en Madrid el 17 de marzo de 1419. Juan II fue declarado mayor de edad con solo catorce años, y en 1420 con la temprana edad de quince años contrajo matrimonio con su prima María de Aragón. A los pocos meses ocurrió el llamado "Golpe de Tordesillas", en el que su primo Enrique de Aragón, apoyado por otros nobles, raptaron al rey, llevándolo a Talavera de la Reina, declarándose Enrique nuevo Regente de Castilla. En aquel episodio se confirmó aquella "especial predilección insana" que el joven rey demostraba hacia don Álvaro de Luna, que ayudó a don Juan a escapar de Talavera en el mes de diciembre. Se fugaron a caballo hacia el castillo de la Puebla de Montalbán donde se hicieron fuertes. Enrique consiguió cercar el castillo, pero sufrió numerosas bajas que le obligaron a huir. Fue a partir de aquí cuando Álvaro de Luna fue considerado como un héroe de Castilla y se ganó definitivamente la confianza del rey.

Esta situación privilegiada duraría poco tiempo, porque aquella época estaba repleta de enmarañadas relaciones e intereses encontrados entre los nobles que trataban de manipular a don Juan con la excusa de librarle de la relación con don Álvaro al considerarla perjudicial, llegando a calificarla de homosexual.

En 1445 murió la esposa y prima de don Juan, María de Aragón, casándose a los pocos meses con Isabel de Portugal. Ésta consiguió infundir un desapego creciente hacia Álvaro de Luna, acusándole de intrigas, abusos y ciertos asesinatos.

Finalmente, el Rey ordenó el 4 de abril de 1453 arrestar a Álvaro de Luna, que fue trasladado a Valladolid, donde fue juzgado y decapitado en la Plaza Mayor el 3 de junio de aquel año.