En los mercados hay inquietud por el previsible aumento de los tipos de interés, iniciado ya en América, por la situación de países como Turquía o Argentina y, en la zona euro, por el previsible conflicto entre el gobierno populista italiano -que ha prometido disparar el gasto público- y Bruselas. La estabilidad de la zona euro podría así verse afectada.

En la primera subasta de setiembre el interés del bono español a diez años se ha incrementado algo, del 1,43% al 1,45%, lo que no es bueno porque implica un mayor coste de la deuda. Afortunadamente, lo dice el "Financial Times", la deuda española se está beneficiando de la desconfianza en Italia. En la crisis del euro del 2008-2012 el bono italiano acostumbró a ser mejor tratado en los mercados que el español pese a que el volumen de deuda pública italiano (130% del PIB) era mayor que el español, que se acercaba al 100%.

Ahora pasa lo contrario, lo que es muy positivo. La desconfianza en Italia convierte al bono español en un refugio. Ya a primeros de año el bono italiano tenía una rentabilidad del 2% frente al 1,6% del español, lo que indicaba una mayor confianza en España. Y en los ocho meses transcurridos esta tendencia se ha incrementado. La rentabilidad del bono español ha bajado del 1,6% al 1,45% pese al mayor nerviosismo en los mercados, lo que abarata nuestra deuda, mientras que la del italiano ha subido casi un punto, del 2% al 2,93%. El diferencial a favor de España ha pasado así del 0,4% a nada menos que el 1,48%.

Italia, con su nuevo gobierno populista, genera inquietud mientras que el bono español no se ha visto afectado por el cambio de gobierno. El vicepresidente económico de la Comisión, Pierre Moscovici, lo ha dicho esta semana en Madrid: "España no es Italia; tiene un gobierno que cumple las reglas".

Esta evolución da un margen a la política económica de Pedro Sánchez. Pero el margen es limitado. El volumen de deuda pública español (98% del PIB) es muy alto y un encarecimiento de la deuda -inevitable por la tendencia al alza de los tipos- agravará el déficit público. Es una razón -y poderosa- por la que las ministras económicas deben ser muy estrictas frente a las demandas de Podemos de subir más el gasto público.

El diferencial con Italia es un premio, pero también una advertencia.