Miraba atento el final de la etapa de la Vuelta Ciclista a España, llegaba a Bermillo de Sayago, localidad zamorana de apenas mil habitantes. Quería ver la impresión que me causaban las imágenes tomadas desde el helicóptero de la televisión. No fueron muchos planos del entorno rural y de sus pueblos, se fijaron más en el impresionante paisaje del Parque Natural Arribes del Duero y el embalse de Almendra. No pude evitar comparaciones con el Tour de Francia, siempre que tengo ocasión veo alguna etapa, no necesariamente de alta montaña, para solazarme con la campiña francesa, comenzando por sus carreteras secundarias y siguiendo por el cuidado de sus localidades, jardines y demás infraestructuras rurales, Siento admiración por cómo conservan su medio agrícola y todo el entorno natural. Las imágenes cenitales revelan un escrupuloso respeto por las vías de comunicación, por caminos y linderos, no se ven aperos de labranza abandonados a las afueras de los pueblos, por pequeños que estos sean, y la señalización de direcciones y lugares de interés aparece impecable. Aunque esa carrera ciclista se celebra en julio y en territorio más húmedo que el de gran parte de España, se aprecia gran cuidado y respeto por todo. En cambio, lo que he contemplado hoy me causa bastante desasosiego, no sólo por los campos secos, pálidos, muchos de ellos yermos, también por el caprichoso trazado de las carreteras o de las calles de los pueblos, pareciera un paraje abandonado en donde de repente irrumpe esa caravana de confusos colores y cadencioso movimiento. Es el campo de Zamora, pero podría ser el de Salamanca, León, Soria o Teruel.

Nos preguntamos a menudo por el futuro del entorno rural, por la terrible despoblación que padecen la mayoría de los pueblos de Castilla y León y otras regiones españolas. Las respuestas que nos han dado los diferentes gobiernos han caducado rápidamente, aunque estuvieran apoyadas en estudios, estadísticas y planes de desarrollo rural. La administración castellano leonesa ha fracasado de manera pertinaz en su cometido por detener esta diáspora campesina. Debe ser esta la razón por la que el mismo partido, el PP, siga gobernando después de más de treinta años, los que podían votar otras opciones que les sacaran del poder se vieron obligados a emigrar. No debe extrañar que continúen con sus infructuosos planes para acabar con el abandono de los pueblos, pues gracias a ellos volverán a ganar las elecciones del año que viene. Resulta perverso el asunto ¿verdad? Si se fijan en la Diputación de Zamora encontrarán una situación similar. Al partido conservador le interesa mantener el poder antes que mejorar los servicios en los pueblos, por eso paga para que haya un final de etapa en Sayago antes de invertir en sus necesidades reales.

Por otro lado, cuando veo a cargos políticos y sindicales enardecidos porque ellos, más que nadie, van a defender una PAC buena para el campo español, me vuelvo a preguntar si es la Política Agrícola Común, decidida en el Consejo Europeo, en donde se encuentra la respuesta a los problemas de subsistencia del medio rural. Ya tenemos algunas respuestas después de varias décadas de repartir ayudas para la modernización, diversificación y reestructuración de las explotaciones agrarias y son decepcionantes. Los fondos europeos no han evitado el negro futuro para nuestros pueblos, parece que sirven para mantener una enquistada agricultura de subsistencia para unos pocos agricultores en cada localidad, o para que unos terratenientes que adquirieron derechos hace treinta años, sigan recibiendo fondos que cobran fraudulentamente sin ser agricultores y en muchos casos sin que esas fincas sean cultivadas. Sería conveniente que nuestros representantes públicos hicieran menos el ridículo con estos asuntos. En Morales del Rey, donde elegí vivir hace más de treinta años, hay apenas una docena de agricultores a título principal y una población de 500 habitantes. Hay más trabajadores, por ejemplo, en la construcción o en talleres.

Claro que deben apoyarse estas actividades que antaño ocuparon a la mayor parte del mundo rural, pero hoy vivimos en otro mundo y si insistimos en atender solo las demandas de ayer no podremos garantizar que existamos mañana.

Nuestros pueblos ofrecen una calidad de vida excelente, mantener esto exigirá iniciativas diferentes a las que hasta hoy hemos conocido. Empezamos a ver algunos sectores que pueden aportar futuro a nuestro medio. El más importante es el del ocio y el descanso. En el pueblo es barato rehabilitar una vivienda o construir una nueva. Lo están haciendo muchos hijos descendientes del mismo que ahora vuelven en vacaciones y fines de semana. Hay que dotar de atractivos y servicios al municipio, establecimientos hoteleros, piscina y otros recursos, que animarán a mantener abiertas las viviendas. Es conocido el éxito de muchas casas rurales en nuestra provincia. También la llamada Economía Naranja, referida al desarrollo de tareas culturales, recuperación de tradiciones, artesanía, arte y otras actividades creativas, es un filón sin explotar en nuestro medio rural. Manos a la obra.