Dícese de esa embarazosa situación en la que lo mejor es no decir nada, porque, de hacerlo, se va a quedar mucho peor ya que, en tal circunstancia, la evidencia supera cualquier tipo de disculpa. Y es que cuando los testigos y las pruebas son contundentes de nada sirve tratar de vestir el santo. Eso es lo que le han dicho a Alfredito a propósito de los casos de pederastia que se han venido dando en la Iglesia Católica. En todos esos que, almacenados en las ultimas décadas, han salido ahora a relucir - lo de relucir es un decir - de forma que ya no sirve trasladar a los delincuentes a otras sedes, ni disculpar sus actos con argumentos poco convincentes, puesto que han sido pillados con las manos en la masa, y cuando se da esa circunstancia no vale con darle al enfermo una aspirina, sino que hay que aplicarle la cirugía correspondiente a su caso.

Para Alfredito, la pederastia es, si no la peor, si una de las peores cosas que pueden llegar a hacer los hombres, o las mujeres, según los casos, porque le han explicado que eso es abusar de manera indecente de quienes, debido a su temprana edad y circunstancias, son incapaces de poder defenderse. A él se lo han trasmitido así, de esa manera, aunque debido a su temprana edad aun no llega a comprenderlo. Pero intuye que lo de abusar de alguien, como, por ejemplo, de sus amigos, no solo le parece algo repugnante, sino propio de degenerados, de individuos que no merecen estar en la sociedad. Tambien le han dicho en el cole que tratar de poner paños calientes a gente con pulmonía no sirve de nada, porque eso es no querer ver las cosas como son, y que actuar así es propio de cobardes. Pero no es capaz de relacionar la pederastia con la pulmonía.

Los datos de pederastia publicados hasta el momento corresponden mayoritariamente a la Iglesia Católica, y afectan, principalmente, a países como EEUU, Australia, Irlanda y Chile. Es por ello que Alfredito piensa que tal circunstancia hace que el problema no es debido a que sean malos los ciudadanos de un país concreto, o de a una cultura determinada, sino que debe tratarse de algún tipo de maldad que tienen determinados seres humanos, con independencia de su procedencia. Le ha oído decir a su padre que resulta llamativo que, en países como EEUU y Australia con presencia importante de otras religiones, no aparezcan algunos de esos otros clérigos en la lista de pedófilos. Ni Alfredito, ni su padre, entienden por qué es así, pero sin duda deberá existir alguna razón. Quizás sea porque existan lobbies que se esfuerzan en "protegerlos", quizás porque el número de casos no sea tan apabullante, quizás porque estén menos en contacto con instituciones infantiles, o quizás que ese tipo de delitos no se estén dando en otras comunidades religiosas. El caso es que los datos no llegan a concordar si uno se ciñe a un razonamiento más o menos lógico.

Aunque se le escape a los mayores, en la cabeza de Alfredito bulle la idea de que dentro de la Iglesia está moviéndose algo a favor de la transparencia, aunque se mantengan los recalcitrantes que tienden a posturas oscurantistas.

Un hermano de Alfredito, de mayor edad que él, piensa que hasta hace poco tiempo, nadie decía nada al respecto, que se pretendía solucionar el problema a base de echarle tierra encima, pero que al haber sido pillados con las manos en la masa, no les había quedado otra salida que reconocerlo. Tambien piensa que esa forma de actuar tiene un cierto parecido a la de la trama Gürtel, que hasta que los tribunales de justicia no se manifestaron al respecto, la culpa la tenían otros, o unas fotocopias de contabilidades falsas, o unos malandrines que solo buscaban el desprestigio de determinado partido político. Pero Alfredito no sabe nada de eso de la Gürtel, ni de partidos políticos, solo entiende un poco de hombres buenos y malos, porque lo ha visto en algunas películas.

Se da la circunstancia que algunos medios afirman que el 7% de los sacerdotes católicos australianos han participado en casos de pedofília. Si esa información fuese cierta, cabría pensar que sus actuaciones no habrían podido pasar desapercibidas, y que, por tanto, habrían llegado a ser toleradas por sus superiores, lo que haría que tales hechos serían aun más deleznables.

Algunos expertos son de la opinión que el celibato de los curas católicos ayuda a que se produzcan este tipo de acciones, cosa que no llega a entender Alfredito, pero si su hermano mayor que ya se encuentra en la época de las poluciones nocturnas.

Cualquier argumentación no es otra cosa que hablar por hablar, porque lógicamente quien debe conocer las verdaderas causas del problema es la propia Iglesia Católica que, hasta el momento, no ha considerado oportuno abrir la boca, lo que no deja de ser una muestra de pretender ir a su aire, al margen del resto de la sociedad. Quien así opina es la madre de Alfredito, que es de la opinión que no estaría de mas que la Iglesia diera su versión de los hechos y colaborara abiertamente con la justicia en la denuncia de esos pervertidos personajes, porque la sociedad merece una explicación, ya que un "lo siento" a estas alturas, es algo tan inútil como aquel que pronunciara en su día el rey emérito, cuando lo de la cacería de Botsuana, que ya se ha visto que no ha sido suficiente.