Hace algo así como tres años, mes arriba mes abajo, el secretario general del PSOE, el ambicioso Pedro Sánchez, se permitió recriminar al gobierno de Mariano Rajoy el empleo del 'decreto ley' que, en palabras de Sánchez "menospreciaba" al Parlamento. Adujo entonces Sánchez que el Gobierno de Rajoy estaba haciendo un "empleo abusivo" de esta fórmula legislativa, proponiendo como solución "dar al Parlamento la centralidad que merece y limitar el recurso del decreto-ley a circunstancias indicadas". Por la boca muere el pez. Este escualo político está haciendo todo lo contrario a lo que decía en la oposición. Se ve bien a las claras que donde dijo digo, ahora dice Diego.

El presidente de la moción está empleando el recurso que tanto criticó de forma similar a sus antecesores. Una vez más se cumple aquello de que una cosa es predicar en la oposición y otra bien distinta es dar trigo en el gobierno. En sus tres primeros meses, Mariano Rajoy aprobó diez reales decretos ley. En el mismo periodo de tiempo, Aznar aprobó ocho. Sánchez se ha situado tercero en tan peculiar hit parade, empatado con Felipe González. En tres meses escasos Pedro Sánchez lleva aprobados siete reales decretos-ley. Al paso que va, y aunque este atajo legal suele producirse cuando hay un cambio de gobierno y al principio de la legislatura y luego la tendencia es a disminuir, puede encabezar el ranking no tardando mucho.

Tan poseído de sí mismo está este señor, no hay más que verlo circular por los pasillos del Congreso de los Diputados, que no cae en la cuenta de que está haciendo el más espantoso de los ridículos. Todo aquello contra lo que embestía duramente para desgastar a Rajoy y darle para el pelo al Partido Popular, lo está acrecentando durante su periodo presidencial. Sólo que, además, cuando alguien no le gusta o se acerca en exceso a la podredumbre que también subyace en el PSOE, el mejor y el peor ejemplo lo constituye Andalucía y eso que están todas las boquitas calladas, se carga a quien tenga que cargarse "por falta de confianza". Eso ha hecho recientemente con el coronel de la Unidad Central Operativa, Manuel Sánchez Corbí. Les fue válido para levantar las alfombras del Partido Popular, pero en cuanto el coronel, empezó a levantar las alfombras del PSOE se acabó lo que se daba.

Gobernar a golpe de decretazo no es conveniente. Ni lo fue entonces ni lo es ahora. Máxime cuando se tocan asuntos absolutamente sensibles. Asuntos para los que es necesario el consenso y no la autoridad que ejerce el presidente de la moción, un señor que debería ser más prudente y menos engreído, dado que no ha revalidado el puesto que ahora ocupa en las urnas. Sus antecesores, erradamente o no, fueron producto de las urnas, cosa que este individuo conoce en loor de derrota. Más vale que se ocupe y preocupe por los problemas que en realidad afectan a los españoles y se deje de grandes gestos. Por lo menos, con el juez Llarena, en última instancia, reaccionaron no de muy buena gana dando de lado a la indefensión. Pero es que con lo de Ceuta y Melilla siguen aplicando el buenismo y así la cal viva para los agentes del orden, fundamentalmente la Guardia Civil, y para los pobrecitos subsaharianos los aplausos de los cuatro imbéciles, de los cuatro palmeros de turno. Que Sánchez gobierne, si es que sabe, y que lo haga bien porque hasta ahora lo hace a golpe de decreto ley. Ya le vale.