Te levantas, lees que en Zamora hay 424.000 cerdos -más del doble que paisanos- y ya se te queda todo el día cara de lelo. A mi el cerdo me chifla, que conste. Como decía aquel, me gustan hasta sus andares. ¿Pero no serán muchos cerdos? Y, sobre todo, si ya tenemos ese cerca de medio millón, ¿a qué viene la repentina proliferación de proyectos de nuevas macrogranjas, con miles y miles de cerdos más por cada una? ¿Nos vamos a dedicar al cerdo en exclusiva? ¿El destino colectivo de Zamora va a ser el de transformarse en una gigantesca pocilga que proporcione cerdos a medio país y parte del extranjero? ¿Eso quién o quiénes lo han decidido?

Siempre se dijo que viviríamos del campo, de la agricultura y ganadería, o no viviríamos. Pese a lo cual, en un proceso histórico extremadamente acelerado, se desmanteló sin compasión, en apenas una generación, todo lo que era nuestra agricultura y ganadería, entendidas al modo tradicional o de siempre, con pequeñas y eficaces explotaciones. Cuando íbamos viendo cómo se arrasaba nuestro modo ancestral de vida sin alternativa alguna, nos aferrábamos a la necesidad de industrias de transformación de lo que iba quedando, viéndolas como la gran salida. Pero eso parece que casi siempre lo hacían mejor otras zonas o nos llevaban demasiada ventaja. Nosotros hemos venido siendo, por lo que al campo respecta, los que siembran patatas por las que no pagan nada, pero no los que las venden fritas y en bolsas por un dineral. Somos los de las vacas con una leche estupenda, pero no los que fabrican los caros yogures o los dueños de los supermercados para venderla. Y somos los que alimentan centenares de miles de cerdos, por los que pagan algo, pero no los que los transforman en embutidos industriales, que es donde está la pasta.

Ante todo lo cual, ¿alguien tiene el cuajo de decir que necesitamos más cerdos y que se debe autorizar la instalación de más pocilgas gigantes, pese al riesgo de que acaben con lo que nos queda, que es la tierra que pisamos y el agua que bebemos y el aire que respiramos? Lo que necesitamos, en todo caso, si hay que situarse en el punto de vista economicista de la riqueza y los puestos de trabajo, serán mataderos, industrias chacineras, secaderos de jamón y las mejores casas de comidas. Si tenemos que vivir colectivamente de alimentar a otros, hagámoslo sin problema. Pero, hombre, con inteligencia y sin tener que sobrevivir en la miseria, con la nariz tapada y una máscara de oxígeno. Convertir toda Zamora en una inmensa pocilga interesa, sin duda, a otras zonas, países o áreas geográficas, pero a nosotros debería de ponernos en pie de guerra. Porque la alimentación del futuro, además, será inseparable de la calidad de las zonas de las que proceda. ¿O alguien comería algo que sabe procedente de zona insalubre?

PD.: En cuanto a lo de la fábrica de GAZA, ya que en temas agro-ganaderos andamos, tendré que serles sincero: no he escrito nada porque no entiendo nada, porque nada me encaja en lo que dicen las noticias. Carece de sentido que esa cosa llamada Confederación del Duero impida su ampliación, cuando permitieron en su día la construcción y cuando la supuesta zona inundable está llena de viviendas, algunas bien recientes. La CHD, además, es un organismo estatal a las órdenes del Gobierno de turno, antes PP, ahora PSOE. ¿De veras se atrevería cualquiera de estos partidos a zancadillear a una de nuestras pocas grandes empresas/cooperativas? ¿Y por qué, si la cosa es tan seria, aún no hemos oído nada a ninguno de los socios-propietarios-ganaderos, ni a ninguno de sus gerentes? ¿Cómo puede ser que no se estén moviendo con extrema celeridad -o cuando menos no se les vea- todas las instituciones locales, provinciales y regionales para acudir en socorro de una de los pocas y grandes y exitosas iniciativas emprendedoras? No entiendo lo de GAZA, no. Mi impresión es que ahí se juega a algo que no nos explican. Aunque sí doy por hecho que alga pasa y debemos estar en guardia.

(*) Secretario de Organización de Podemos Castilla y León