Se dice que "El mundo es un pañuelo" cuando podemos comprobar que no es tan grande como parece al ver que en ocasiones nos encontramos con familiares y amigos o conocidos en los más diversos lugares o circunstancias.

Me contaba mi amigo Santiago que había nacido en Santiago de Chile en el año 1930, que es hijo de un emigrante español que marchó para allá en los años veinte. Sus padres Claudio y María llegaron a aquel país americano procedentes de la localidad zamorana de Fermoselle. Decir que Fermoselle es una villa históricamente de emigrantes puede parecer una perogrullada, pues es una realidad irrefutable que hay miles de fermosellanos repartidos por el mundo entero.

El dicho "El mundo es un pañuelo" puede confirmarse en multitud de ocasiones; sirva un ejemplo de cuando me dijo Santiago que su padre, antes de marchar para América, había estado en Portugal y que allí había estado vendiendo puntillas. Pues bien, mi padre nos contaba a los hijos que, con catorce años también estuvo en las Islas Azores vendiendo puntillas. Decía que llevaba una bandeja de las que solían tener las maletas en su parte superior y colgada del cuello con unas cintas o tirantes, exhibía su mercancía para la venta (algo parecido a los "top manta" de ahora). Recuerdo que mi padre nos contó que fueron tantas las privaciones y necesidades que padecían, que aprovechó una ocasión que se le presentó allí para hacer una "Segunda Comunión" con el fin de que ese día desayunó y comió gratis.

Santiago y su familia volvieron a España cuando él tenía tres años. Posiblemente, la situación política derivada de la Gran Depresión y la mala gestión de los recursos en Chile, acabaron con la riqueza creada por la extracción del salitre, produciendo una grave crisis económica, hubo un golpe de Estado y sería uno de los motivos de que volvieran a Fermoselle. donde Santiago iba a la escuela con un primo mío que él llamaba Joselito.

Pasaron los años y Santiago hizo su "América" en España; en cambio, mi primo Joselito emigró a Francia.

Santiago, primero como mecánico y después como conductor de autocares se especializó en el transporte de viajeros y montó una empresa por su cuenta. En uno de los tantos viajes que hizo por España y por el extranjero, cuenta que en cierta ocasión, con una excursión internacional, paró en París y allí se encontró con su compañero de escuela y primo mío Joselito que era el metre (jefe de personal) del Hotel Ritz. Por supuesto que le invitó a disfrutar del tiempo de estancia gratuitamente en su hotel.

Cuando ya estaba en edad de jubilarse, Santiago sintió la nostalgia de volver a Chile y allí viajó para ver la capital, Santiago de Chile y rememorar la tienda de tejidos que tuvo su padre y que luego tenía una española que dijo haber nacido en las Arenas de Bilbao.

Se da la coincidencia de que los tres, Santiago, mi primo Joselito y yo nacimos en el mismo año de 1930, y que ahora, con ochenta y ocho años cumplidos, los tres estamos jubilados. Santiago disfruta viendo como su hijo Carlos dirige una Agencia de Viajes; mi primo Joselito, pasa su tiempo en una finca de recreo que posee cerca de Alba de Tormes, donde es conocido como "El Francés", y yo paso mis días escribiendo mis memorias y otros relatos que me distraen.

Cuando me es posible, viajo y me sorprendo encontrando en los lugares más insospechados a gentes que conozco o que me conocen, porque "El mundo es un pañuelo".