Centenares de inmigrantes, asaltan la valla de la ciudad autónoma de Ceuta, la emprenden a porrazo limpio con los miembros de la Guardia Civil de servicio en la frontera, empleando además de armas blancas, cal viva. Veintidos guardias civiles resultan heridos de diversa consideración, lo que provocó la indignación de la mayoría de españoles entre los que no se encontraba el presidente de la moción. Cuando Pedro Sánchez es preguntado en aquella entrevista surrealista si en el poco tiempo que lleva como presidente del Gobierno de la moción, ha tenido algún disgusto que haya enturbiado su trayectoria presidencial, con una tranquilidad pasmosa, el susodicho señor respondió que no. Todo es miel sobre hojuelas para Sánchez. En esta Arcadia feliz no pasa nada y todos estamos tan contentos con el devenir de su débil legislatura.

Este señor está tan poseído de sí mismo, tan seguro de estar haciendo las cosas bien y de que todos los españoles estamos tan agustito con él pilotando la nave, que no se conduele por nada y mucho menos si se trata de un agente del orden. Porque a Sánchez lo que le ocurra a Guardia Civil y a Policía Nacional le trae al pairo. Todavía no se ha enterado de que a millones de españoles, los que no le han votado, sí nos importa el asalto a nuestras fronteras y todavía nos importa más que se ataque impunemente a la Guardia Civil.

Algunos miembros del Benemérito Instituto están que trinan, con razón. Lástima que, a diferencia de Sánchez, no puedan expresarse con entera y absoluta libertad. La libertad de expresión, en España, es para los raperos como Valtonyc que nos insultan a los españoles y a nuestras instituciones, los independentistas y los que menosprecian a España y a su bandera y se mofan constantemente de nosotros. Para todos esos, cobardes redomados que huyen en cuanto se huelen la detención, hay todo tipo de libertades, para uno o para mil guardias civiles no hay ningún tipo de libertad, sólo disciplina y jugarse la vida por tierra, mar y aire. Ultimamente para salvar las vidas de los mismos que les arrojan cal viva.

A mí sí me importa la Guardia Civil, individual y colectivamente. Sus agentes tienen mi respeto más absoluto y mi admiración que jamás oculto. No lo hice ni siquiera en los años del plomo cuando era una "temeridad", una "osadía" como me dijo algún que otro Gobernador Civil, escribir a favor de los agentes del Cuerpo 10 de España. Si entonces no me corté un pelo no lo voy a hacer ahora que como al huido rapero Valtonyc y a los independentistas me asiste la libertad de expresión.

Pedro Sánchez no estuvo preocupado ni un solo minuto por la salud de los guardias civiles agredidos. A Sánchez le importaba un bledo si uno de ellos podía perder un ojo o el otro compañero podía quedarse cojo para toda la vida y frustrar su vida profesional. Los dejó desamparados, vendidos, abandonados a su mala suerte, ni preguntó por ellos, ni se personó, como hubiera sido de recibo, en el lugar de los hechos. Envió veinte agentes más, cuando la realidad dice que se necesitan cien y con eso dio por concluida toda su des-preocupación. Grande Marlasca tampoco lo ha hecho mejor.

Sánchez no gobierna a España. Los deberes se los hacen sus ministros mientras él y su encantadora esposa viven a tope su sueño monclovita.