Hace setenta y cinco años se editó el primer volumen de "Los toros", más conocido como "El Cossío", en honor a su autor, el grandioso José María de Cossío. Le encargó esta magna obra Espasa-Calpe en 1934, y en ella colaboró el poeta Miguel Hernández. Manejo una edición de 20 tomos, editada en el año 2007, en la que se incluye el nombre del novillero pajarés Miguel Temprano Calvo, "Miguel de los Reyes", al que dedica en el último tomo -la reseña de toreros y novilleros está hecha por orden alfabético- unas pocas líneas con una fotografía.

Al contrario que el villalpandino Andrés Vázquez, del que era quinto (los dos nacieron en 1932, aunque "El Cossío" hace nacer a Miguel en 1936-, no cuajó como torero. Lo vi torear en pueblos zamoranos como Pajares de la Lampreana y Cerecinos del Carrizal y francamente tenía demasiado miedo a los cuernos de los toros. Andrés Vázquez triunfó y por eso su figura aparece en una monumental escultura-homenaje a su gran amigo Antonio Bienvenida, erigida ante la plaza de las Ventas de Madrid.

En el primer tomo de "Los toros" aparece un vocabulario taurino de 317 páginas, que es un florilegio de la jerga taurina; algunas palabras (entre otras muchas: lidiar, dar un puyazo, ponerse el mundo por montera, entrar al trapo, atarse los machos, echar un capote) han entrado en el habla común. Echo en falta algunas suertes, como manoletina, gaonera, arrucina, zapopina y caleserina; sí recoge chicuelina. En cualquier caso, este vocabulario, seleccionado por el propio Cossío, nos demuestra que el toreo es mucho más que torturar y matar a un toro, como denuncian los animalistas y antitaurinos, seguidores quizá sin saberlo del escritor Eugenio Noel, que relacionaba a los toros con los crímenes de raza.

El singular léxico taurino lo encumbraron a exquisita literatura algunos críticos del arte de Cúchares, como el inconmensurable Antonio Díaz Cañabate, continuador de la obra de Cossío. A sus crónicas taurinas en "ABC" solo se asemejan en calidad periodística las entrevistas a personalidades que visitaban Barcelona hechas por Manuel del Arco para "La Vanguardia", caricatura incluida. Dos maestros del periodismo.

Vi por primera vez una edición de "Los Toros" en la misma casona de Cossío en Tudanca. La construyó un perulero -indiano que hizo fortuna en Perú- en 1750. Es la Tablanca de "Peñas arriba", la obra más notoria del realismo costumbrista del famoso escritor cántabro José María de Pereda. Había también en la voluminosa biblioteca de la Casona retratos dedicados, Cossío de Zuloaga y Vázquez Díaz y una escultura de Sebastián Miranda.

Entre sus joyas bibliográficas se encontraba el cuaderno con pastas azules en el que escribió Camilo José Cela su novela La familia de Pascual Duarte y varios manuscritos de integrantes de la Generación del 27. Aquí estuvieron, entre otros grandes escritores, Miguel de Unamuno (pasó veinte días en agosto de 1923), Gerardo Diego, Rafael Alberti (allí completó el poemario "Sobre los ángeles"), Federico García Lorca, Giner de los Ríos y Gregorio Marañón.

Desde los balcones de esta Casona vi pastar algunas vacas lecheras de la raza tudanca, pero dentro del grandioso edificio se respiraba un ambiente taurino. Cossío me comentó que los toros están muy presentes en el arte español, tanto literario como pictórico. Es indiscutible que desde de Quevedo hasta García Lorca y Miguel Hernández y desde Goya hasta Picasso, el toro tiene una gran carga simbólica.

Hay infinidad de autores que abordan el tema de la tauromaquia. A mí me ha sorprendido el libro del sociólogo y antropólogo norteamericano Jack Randolph Conrad, escrito en 1957 con el título de "El cuerno y la espada", traducido en 1978 al francés como "El culto del toro. De la prehistoria a las corridas españolas" y al castellano en 2009, respetando el título original. Conozco la edición francesa, en la que reproduce el poema de García Lorca "Llanto por Ignacio Sánchez Mejías".

Conrad vierte algunos tópicos sobre las corridas de toros en España, debido a la época en que escribió el libro, pero es un buen estudio sobre la importancia mítica y simbólica del toro desde hace al menos 50.000 años. "Los toros" o "El Cossío" no es un tratado sociológico ni reivindicativo, pero sí un libro imprescindible para conocer tanto la importancia de los toros bravos como a los toreros españoles que han tenido el coraje de lidiarlos con más o menos arte.