Ha llegado el verano y con él la ausencia de aquellos días que se experimentaron durante más de cuarenta años y que colmaban un curso lleno de una vida que ahora se echa de menos. Para mí las vacaciones eran la carencia del rato más agradable del día, me quedaba sin la alegría de la presencia y la convivencia con los alumnos. Se acumulaba una sensación que amargaba las sensaciones de aquellos días: Se anticipaba el curso próximo y en esa anticipación dominaba el pensamiento de los alumnos que habían sido el pan diario y que, tal vez, el año próximo no estarían. ¿Cuántos faltarían? Qué nuevas caras completarían el grupo de diarios conviventes?. Eso era lo que hacía especiales mis vacaciones de la común esperanza de propios y extraños. No era todo satisfacción, aunque disfrutara con la ausencia de lo que suponía estar sometido al despertar obligatorio pensando en la hora de la ocupación. También aliviaba mucho no tener que preparar y desvivirse por hallar algo nuevo para ofrecerlo a los alumnos. Aliviaba mucho no estar sometido a una búsqueda en todo momento de una novedad que animara la diaria monotonía.

Esa tranquilidad te proporcionaba disponer de todo el tiempo para ocuparte de ti y de tu familia, que recuperaba la cabeza para conseguir la total entrega diaria a lo que suponía la atención familiar. Libre de las obligaciones que imponían las clases, podías dedicar tu día a la lectura de libros nuevos, destinados a perfeccionar la docencia unos y dispuestos para beneficiar tu distracción otros. Nunca he sido capaz de emplear el tiempo de manera exclusiva a la molicie y abandonar por completo la actividad cultural. Mis manos necesitan la carga constante de un libro o de cualquier objeto necesario para aumentar el acervo cultural. Incluso cuando he podido satisfacer mi deseo de viajar a tierras desconocidas, siempre he ido almacenando en mi disposición todo aquello, algunas veces insignificante, que pudiera ser útil para llevar a la clase algo nuevo, que atrajera la atención de los alumnos acostumbrados a lo que era obligatorio o conveniente para el aumento de sus conocimientos escolares. Era algo obligatorio en mi constante idea de la filiación de mis alumnos con relación a mi insignificante persona.

La jubilación fue una adquisición muy importante: con ella, cesar con las obligaciones que imponían las diarias tareas docentes. Esa falta significó algo bastante desagradable: para quien el diario trato con los alumnos representó el momento más agradable de la jornada la falta de esa convivencia fue tan lastimosa que deseó seguir en situación de profesor Emérito los años que le fuera permitido. La solicitud tuvo de frente la disposición, novedosa en la Universidad de Alcalá, de negativa de esa condición para el profesorado en general. Mi insistencia consiguió del Vicerrector correspondiente la oferta de elevar mi curriculum al Consejo de Universidades para ver si concedían la exención solicitada. Las instancias familiares consiguieron la negativa agradecida a la oferta del Vicerrector. En contra del deseo personal, no disfruté de la posibilidad de unos años de profesor Emérito. Y bien que lo sentí.

En cambio he obtenido la exención de obligaciones y la agradabilísima dedicación a mi reducida familia, que durante muchos años tuve "abandonada". Ahora me tienen a su disposición de la mañana a la noche. Esa disposición me permite, a su vez, dedicar a la lectura gran parte del día. La ocupación lectora me permite enterarme del contenido de libros nunca esperados, sobre todo de autores orientales en novelas muy poco especiales. Pero esta ocupación es diaria a todo lo largo del año. Me lo permiten estas "vacaciones" diarias que supone la jubilación; no es -como antes- algo que colmaba la esperanza del período vacacional. De ahí la nostalgia de aquellos meses de junio y la normalidad de este mes de julio, que continúa en lo que supone mi ocupación diaria de todo el año: días de verano, de otoño, invierno y primavera, porque los días que para otros son de vacaciones para mí son simplemente la continuación de la libertad jubilar durante todo el año.