El Ministerio de Industria acaba de anunciar la convocatoria de una conferencia sectorial del Comercio para el mes de septiembre, en la que intervendrán las comunidades autónomas, agentes sociales y económicos del sector y la Federación de Municipios y Provincias. El objetivo: lanzar un plan de modernización del comercio minorista. Salvando que la inestabilidad del Gobierno central pudiera dar al traste con la iniciativa, su mero planteamiento da una idea de las nuevas necesidades de un sector que en Zamora vive una total decadencia.

Los tiempos de esplendor de los negocios particulares que contribuyeron a la modernización urbanística de la capital y al desarrollo de otros núcleos de población de la provincia han quedado definitivamente atrás. Y no volverán. Lo que los años de la crisis económica se ha llevado por delante nunca podrá recuperarse ni retornará en la forma tal y como la conocimos. Es un hecho incuestionable que tiene su máxima expresión en la desolación de calles como San Torcuato, en la capital zamorana, donde la proliferación en los escaparates de carteles de cierre, liquidación, traspaso, se vende o se alquila equivale al acta de defunción de uno de los ejes tradicionales del comercio zamorano. Los negocios tradicionales se cuentan con la mano tanto en esa calle como en la de Santa Clara, donde han aterrizado, hasta ahora con éxito, las franquicias nacionales e internacionales.

Las franquicias fueron uno de los factores que contribuyeron a la desaparición del antiguo modelo de comercio de proximidad, sobre todo en el textil. Aunque quizá el más afectado sea el ramo de la alimentación, los colmados de los pueblos o la tienda del barrio que han sido sustituidos por un rosario de cadenas de supermercados de mediana superficie y por el único hipermercado autorizado por una Ley del Comercio regional que restringió su proliferación, ubicado en Zamora ciudad. Pero el modelo de negocio va muy por delante de la legislación y se acompasa a las necesidades que marcan los consumidores.

La modernización y la especialización, mantras repetidos hace dos décadas cuando ya asomaba la terrible competencia, ahora ya mejor regulada, que suponían las grandes superficies en cuestión de precio, se reveló insuficiente y poco asentada. El comercio zamorano ha sido incapaz, en décadas, de acomodarse a los nuevos usos de los clientes. La falta de acuerdo para cambio de horarios o apertura en sábados y festivos terminó por acostumbrar al comprador a acudir a provincias cercanas atraídos por una oferta de ocio asociada al consumo. La movilidad dejó de ser un obstáculo con la mejora de las comunicaciones y un poder adquisitivo que permitía incorporar el automóvil como uno de las propiedades habituales de los usuarios.

La venta on line marca ahora una nueva tendencia hasta el punto de que en otros países la fórmula de los grandes almacenes está siendo superada por comprar sin moverse de casa. Los empresarios del sector tienen todos estos retos por delante y, sobre todo, el de ver cómo a medida que mengua el padrón bajan los potenciales clientes. Disminuye también el poder adquisitivo de quienes se quedan, con una buena parte de la población con sueldos por debajo de la media y las pensiones más bajas del país. No es alentador el panorama. Y menos si, para proyectos que llevan siendo fórmulas de éxito desde hace años en otras ciudades para reconvertir los antiguos mercados de abastos en centros dedicados a la gastronomía y a un tipo de consumo muy determinado, en Zamora se cosecha fracaso tras fracaso cuando se plantea una fórmula similar para recuperar el excepcional edificio modernista de Segundo Viloria, situado en pleno centro de la ciudad.

Conseguir ayudas a la inversión necesaria, por ejemplo, a través del 1,5% cultural para regenerar el Mercado, como lleva solicitando el Ayuntamiento de la capital varios años, sí estimularía la modernización del Comercio que pretende el Gobierno central, un objetivo que dice compartir también la Junta de Castilla y León. Porque, en este caso, la participación de las instituciones es decisiva.

Los comerciantes tendrán también que hallar su propio sendero. No se puede apelar a una falsa solidaridad de los compradores pidiéndoles que no compren por Internet y acudan a las liedas. El camino es el contrario, apostar también por la tecnología, como hacen ya varias de las marcas zamoranas. El dato optimista de crecimiento del turismo que señalaba incluso el último informa económico de España-Duero como una de las causas del moderado crecimiento económico experimentado por la provincia en la última anualidad, puede indicar otra de las posibilidades a explotar, comenzando por nuestros vecinos de al otro lado de La Raya, muchos de los cuales ya practican el "shopping" en Zamora incluso como norma habitual por el surtido y los precios que encuentran más ventajosos que en su propio país. Toca reinventarse, una vez más, para no sucumbir.