Aún está viva en la memoria la figura de Fili Chillón Lozano, fallecida en diciembre de 2012, fecha en que se fue al reino de la paz y de la luz haciendo realidad su sueño poético presente en todos su poemarios, como lo dice en estos versos de su libro "Cántico de olas" de 1999: "Como el río hacia el mar es el destino, / a estos azules yo me abrazo, / la sed me colmará tan fuerte lazo. / ¡La aurora la adivino!". La eternidad de la Belleza que ella buscó con ahínco por medio de la palabra como poeta, en el color y la perspectiva como pintora, y en la forma de la materia como escultora.

En Julio de 1918 vino al mundo en Zamora Fili y justo es que sirva esta efemérides del primer centenario de su nacimiento para recordar su personalidad como poeta, trazando un somero perfil de su obra poética, valioso testamento que generosamente nos legó a sus lectores. Testamento literario confirmado en los varios premios obtenidos, desde el año 1975 (Premio de la Casa de Cultura de Zamora) hasta 2006 (premio de la Asociación Literaria Itimad. Sevilla). Y los ocho poemarios publicados desde "Como hojas al viento" (1987) hasta "Poemario de la Pasión" (2009). Miembro que fue del Instituto de Estudios Zamoranos "Florián de Ocampo" y del Grupo Poético Almena de Zamora.

Desde su alfar de poesía, lo que la autora pretende es comunicar por medio de la palabra un contenido psíquico como síntesis intuitiva de lo afectivo, sensorial o conceptual, de tal manera que la adecuada expresión del mismo sea capaz de desprender un placer estético. Su poesía es, pues, una cadena de síntesis intuitivas felizmente anudadas al ritmo de las palabras.

Aspecto importante es la carga sensorial de toda su obra poética, sobre todo sensaciones visuales y, dentro de ellas, la luz como materia prima de las mismas, las cuales siempre se asocian a su experiencia vital, o sea, al estado anímico del momento, de tal forma que las sensaciones no son más que el soporte simbólico de lo que ocurre dentro de su alma. Esto nos permite afirmar que, a fuerza de contemplar, ha dejado de ser espectadora para identificarse con el mar, la luna, la gaviota, la mariposa, etc. Es la realidad interiorizada la que es germen de sus poemas. De ahí que la avalancha de sensaciones pueda considerarse como el plano metafórico de lo que es su mundo interior.

El simbolismo será, pues, uno de los elementos característicos de sus poemarios. No podemos quedarnos con el elemento sensorial como fuente de emotividad, sino que su poesía es un río de contenidos anímicos, de estados de conciencia, provocados por una situación existencial concreta. Es su poética un lenguaje que lleva una carga anímica diluida en un "existencialismo jubiloso" al modo de Jorge Guillén empañado, a veces, por una oscura realidad teñida de preocupaciones o de dolor.

Amplia simbología esparcida en sus ocho libros de poemas. Como el mar, destino, complicidad y compañía; la luz, plenitud, pureza, alegría, esperanza; el viento y la brisa, lengua afilada que trae tristeza o suave canción dulcificando las heridas abiertas por el tiempo; gaviotas y mariposas, alas de libertad; la luna, misterio en complicidad con el mar, que le presta su blanco lenguaje para sus versos de eterna albura; la bruma y la niebla, manto de tristeza si falta la luz; el azul, cromatismo que encierra al mar y al cielo, eternidad...

Olvidada de esta luz, ahora, sólo el color azul, el del mar y el del cielo, es el que hiere sus pupilas abiertas a la eternidad. Siguió los senderos de la luna y el mar porque ella siempre soñó en "en la playa de otro mar". De la mano de la luna, su amiga y confidente, Fili es dueña del cielo y del mar durmiendo en el silencio como leyera en estos versos de su paisano Antonio Gamoneda: "Quizá el silencio dura más de sí mismo y la existencia es un grito negro, un alarido ante la eternidad". Como dice otro poeta de Almena, José Ruiz, en su poema dedicado a ella en la revista, num 47: "Ahora, arriba, allá en el cielo, / a los niños, cuenta cuentos con cariño, /dice sus versos por la noche a los luceros. / Y pinta, pinta unos Puentes de Piedra,/ de color ocre dorado, que le recuerdan su Duero".

Fili Chillón no se ha ido: es permanente su presencia en su obra artística que sigue viva en sus poemarios, en su obra pictórica y en su colección de esculturas.

Carlos Martín Miñambres