En la India, la diferenciación de las clases sociales se establece por castas según la religión hindú, que es tanto como decir que siempre ha habido ricos y pobres. La base de esas creencias recae en la reencarnación, es decir que el comportamiento que una persona tenga en su vida actual determinará la casta que tendrá en la supuesta vida siguiente.

El "karma" de la religión hindú determina que, desde el momento que una persona nace posee una casta, que no puede ser suprimida ni cambiada y tendrá que vivir con la misma casta desde que nace hasta que muere.

Según la casta a la que pertenezca tendrá ciertos privilegios y normas de comportamiento, que da lugar a reglas concretas de endogamia, para que las familias se formen entre miembros de una misma casta.

Lo que establece la religión hindú está en plena contradicción con los derechos universales de la persona, en los que se proclama que todas las personas son iguales ante la ley y tienen derecho a igual protección.

No habrá discriminación por motivos de nacimiento, nacionalidad, credo político, raza, sexo, idioma, religión, opinión, origen, posición económica o condición social.

Los textos sagrados de la India identifican cuatro castas dentro de su sociedad: brahmanes, chatrias, vaishas y shudras. La jerarquía siempre ha estado presente en el sistema de castas y como consecuencia las castas más bajas han recibido tratos más injustos y han desempeñado los trabajos más duros.

El término paria, que tiene su origen en el portugués "pária", refiere al sujeto que no disfruta de los mismos beneficios o derechos que los otros. Un paria, por tanto, suele considerarse como alguien inferior, aunque el uso concreto del término varía de acuerdo al contexto.

A juzgar por el comportamiento que a veces puede observarse en nuestra sociedad, parecen subyacer la existencia de castas que dan a entender que unas personas se consideran diferentes a otras por su filiación política o religión.

Y no hay que darle vueltas; por más que el artículo 14 de la Constitución Española establece: "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquiera otra condición o circunstancia personal o social"; siempre habrá ricos y pobres.