Es fácil como en los cuentos para niños, culpar a otros o como ya aparece en el Génesis. La mujer que me diste me incitó. Bueno, la causante fue la serpiente ,que creaste, que me prometió tanto y cuanto. Al final terminan culpando al mismo Dios. Visitando países uno se da cuenta que en España las cosas son diferentes. Como dicen algunos. Somos así , no tenemos remedio. A mí por ejemplo me sorprende que en Alemania todos, extienden facturas del cobro y todas las guardan. Hasta en las peluquerías, o cuando se consume algo en un bar. El tique se entrega y se guarda. En nosotros la costumbre de preguntar, con factura o sin factura es universal. El que vende hasta se incomoda si se la pides y el que la recibe se dice ¿Y para qué si esto no me desgrava? Y los papeles del gasto se tiran. ¿Para qué acumular papeles si luego no sirven para nada? El día en el que desgrave todo, todo gasto, eliminaremos muchos problemas. Pagarán más y desgravaremos también más. Si todo gasto por pequeño que sea genera una inversión y por tanto una contribución a generar trabajo y movimiento de dinero, ¿porqué no va a desgravar todo y con ello contribuir al control de los movimientos de dinero?. ¿Por qué no se legisla minuciosamente al respecto? Existe por ejemplo otro aspecto que no se toca y es el de los hijos e hijas en soltería de funcionarios que reciben una pensión de por vida como consecuencia de haber sido sus padres funcionarios ¿Hasta cuándo por ejemplo no se modificará este tipo de pensiones? Parece que defraudar a hacienda es cosa de listos, de astutos, hasta de sabios y hay despachos de abogados especializados en enseñar trucos y modos para ello. ¿Por qué cada poco nos sobrecogen las noticias de paraísos fiscales donde se guardan ingentes sumas de dinero que no tributan debidamente? . Como se tiene la sensación que hacienda nos espía demasiado los movimiento se quiere jugar al despiste. Hasta se dice aquello de que quien roba a un ladrón tiene100 días de perdón y tenemos la sensación de que hacienda nos roba a los más débiles nos tiene más controlados que a los ricos y por ello es lícito defraudar si se puede. Los funcionarios si gozan de nómina, pero su control y retenciones sobrepasa lo tolerable. Incluso en las ventas ante notario rara vez figura en escrituras lo que de verdad es el precio y se paga. Sabiendo esto por ejemplo, ¿por qué no se subsana de raíz, incluso para practicar la moralidad y buena conducta, gravando menos con impuestos las ventas para que todo notario , compradores y vendedores nos atengamos a la verdad. Somos un país en el que hay mucho pájaro suelto Pues no es nada bueno para la vida de los pueblos individual y colectivamente no andar en verdad. Y no hay duda que el estado, está obligado a ir con el ejemplo por delante. Esa sensación generalizada de que cuando cae sobre nosotros la aplicación estricta de la ley, las pagamos todas juntas, nos convierte a muchos en posibles defraudares. Hemos pasado muchos años en los que estuvimos acostumbrados a vivir como que todos éramos corruptos, defraudadores. Y no se libró ningún sector. Desde duques a plebeyos. Los vendedores de leche adulterando con agua, los del vino haciéndole con polvos o bautizando bien el que tenían, los bancos engañando con promesas de réditos que no pensaban pagar, los constructores con especulaciones abusivas que provocaron burbujas, bufetes de abogados cobrando sin facturas , en metálico para no dejar rastro. A veces hemos tenido la sensación de ser una sociedad en la que todos somos pícaros, que buscamos el engaño como medio normal para enriquecerse. Algo tendremos que hacer todos para ennoblecer la vida en la verdad, la rectitud, el comportamiento leal. También el estado, los políticos, los jueces, elaborando, aprobando y aplicando leyes justas y justamente. Y terminar con aquello de que con un buen abogado se puede hacer todo ,lo blanco negro y lo negro blanco. Así no vamos a parte alguna. El artículo 31.1. de la Constitución nos obliga a todos y también al estado: Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progreso que, en ningún caso tendrá carácter confiscatorio.