Es verano, ya saben, no hay muchas razones para comprender nada, los días se viven con ganas e intensidad. El calor nos presta su temperatura y nos hace los días y las noches más agradables. Algún lector pensará: "Ya, y lo mal que se duerme". No se quejen y disfruten, la vitamina D es buenísima, y por lo visto, la mayoría andamos escasos de ella...

Hace pocos días, concretamente el viernes día 13 he estado en Madrid, acudí al Café Gijón junto con mi amiga Marta, teníamos una charla. Las dos con bastante lucidez y ganas descendimos a la cripta, y en torno a los asistentes comenzamos a reflexionar en alto. La charla dió mucho de sí, hablamos de todo, que no es lo mismo que hablar de todos...¡Qué bonito es dialogar! Y que poco se hace. Tenemos necesidad de hablar, pero no buscamos el lado profundo de nada, es más acentuamos lo superficial y con cierta ingenuidad pasamos de lo que nos puede hacer pensar. Por supuesto, opinión subjetiva, ya saben que la verdad no es patrimonio de nadie. Para madurar nuestras convicciones es necesario alimentarlas, no es lo mismo lo nutrido que lo hinchado. Sí, a través de la experiencia de un buen dialogo se obtienen muchos nutrientes, es más, hasta es posible transformar la comida basura en un acertado plato de la alta cocina.

Al terminar la charla, le dimos un beso a D. Francisco Umbral y nos marchamos... ¿Y a qué no saben dónde? ¡Al cielo de Madrid!

Aunque no se lo crean, lo de Madrid al cielo es verdad, que nos lo digan a nosotras. En un abrir y cerrar de ojos pasamos de la reflexión a la "reflexión". ¡Nos fuimos a la azotea de Casa Suecia! Desde que llegamos hasta que nos fuimos no paramos de ver monumentos, no, no crean que han trasladado La Cibeles de sitio... ¿Qué es la belleza? Algunas veces, la torpeza motriz de la envidia, no nos deja definir el concepto. Al hacerlo tropieza con nuestro ego y con nuestras carencias.

Belleza es un cuadro, un edificio, un rostro, una flor. Belleza es una sensación efímera, belleza es ver la boca donde bebe el amor, belleza es sofocar el instinto con una rama de junco.

A los pintores no les gusta la expresión: "¡Qué cuadro más bonito!". Belleza y bonito no es lo mismo, para bonita ya tenemos la canción de Jarabe de Palo y para bonito, el pescado con fritada, que por cierto está de muerte.

Me senté en una mesa y me puse a esperar al destino, asombrada vi pasar cinco años, tuve tiempo de adivinar los sueños ajenos y obviar los propios. Pasé muchas noches robando, con la mirada, besos ajenos, esperando que llegara el mío: mí beso.

Durante este tiempo he encontrado muchas bocas, pero pocos labios: de esos que asombran con el primer roce y que dan forma intensa al deseo. Hasta ahora he sido una hoja silenciosa, hoy soy la luz del crepúsculo de un árbol llamado deseo. Él, rama fresca de cabellos dorados, fruta del jardín del Edén, retrato complaciente de cualquier poeta.

Exaltación singular, asombro de habilidad carnal, lujuria desenfrenada, oleada de deseo...

Destino; me has dejado asombrada, creo adivinar en la espera la razón, y advierto que mí renuncia fue acertada. Besar no es cualquier cosa, siempre ansié un amador del país de los tulipanes y por esa razón el destino ha tenido miramientos conmigo.

Decidida y con franqueza, voy al encuentro del deseo, no me esperen levantados, tardaré todo el tiempo que la pasión me ocupe.

En el cielo de Madrid encontré el deseo y El Himno a la Belleza de Baudelaire.