Desde que Austria-Hungría declaró la guerra a Serbia el 28 de julio de 1914, hasta que Alemania firmó el armisticio el 22 de noviembre de 1918, se desarrolló el conflicto bélico de más de cuatro años de duración y de transcendencia universal por haber intervenido todos los continentes en aquella contienda que comenzó siendo europea y acabó siendo mundial.

España, dentro de su neutralidad asistió como testigo a la gran tragedia, pero para nuestra nación también hubo quebrantos y pérdidas.

Los orígenes de aquella Primera Guerra Mundial parten de la existencia de dos grandes bloques antagónicos: la Triple Alianza, formada por Alemania, el Imperio Austro-Húngaro e Italia, y la Triple Entente compuesta por Francia, Gran Bretaña y Rusia. Realmente, la causa que detonó la contienda fue el asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando de Austria el 24 de junio de 1914. (Conviene aclarar que, aunque Italia pertenecía en un principio a la Triple Alianza, el 1915 se pasó al bando Aliado).

Los países beligerantes fueron, por parte de las Potencias Centrales: Imperio Austro-Húngaro, Alemania, Imperio Otomano, Bulgaria, que luego fueron apoyadas por el Emirato Jabal Shammar, el Estado de Devish, el Sultanato de Darfur, República de Azerbaiyán y otros. Por contra, los Aliados fueron Francia, el Imperio Británico, Rusia, Italia, Bélgica, Estados Unidos, Japón, Grecia, Montenegro, Rumanía, Serbia y Portugal.

El resultado de pérdidas humanas fue de más de dieciséis millones de bajas por una parte, y más de veintidós millones por parte de los aliados (entre muertos, heridos y desaparecidos).

En 1914 los europeos pensaban que la guerra sería más corta, pero los líderes estaban equivocados en el enfoque del enfrentamiento basado en el uso de la Infantería frente a la enorme eficacia de las armas automáticas y la artillería pesada. La caballería resultaba inútil para romper los frentes,

El Mar del Norte y el Canal de la Mancha fueron los principales teatros de la guerra en el mar. En ellos se enfrentaron la Gran Flota Británica y la Flota de Alta Mar Alemana que protagonizaron tres grandes batallas.

Además la guerra en el mar se disputó en otros escenarios: en el Atlántico, donde la actividad alemana se caracterizó por la guerra submarina. En el Mediterráneo, donde las flotas Aliadas (Británica, Francesa e Italiana) se enfrentaron a la Armada Austro-Húngara. En el Océano Pacífico se enfrentaron el Escuadrón Alemán del Lejano Oriente y el 4º Escuadrón de la Real Marina Británica.

El epílogo a la contienda naval lo puso el hundimiento de la flota alemana por sus propios tripulantes para evitar que la Flota fuera repartida entre los Aliados.

El fin de la guerra llega cuando el Reich está en una situación desesperada, se ha quedado sin aliados, su población civil sufre graves restricciones, el ejército está al límite, sin reservas y desmoralizado. Tras una revolución obrera en Berlín, el Káiser huye a Holanda. El gobierno de la nueva República alemana firma el armisticio el 11 de noviembre de 1918. La guerra terminó con la victoria de los Aliados.