Los partidos políticos deberían ser especialmente exquisitos a la hora de realizar nombramientos, tanto orgánicos en el seno de sus feudos, como públicos en instituciones de todo tipo. No se puede echar mano de gente sectaria, de gente supremacista, de gente que separa lo que tantos están tratando de unir, de gente que odia y ha perdido la sensibilidad para amar, de gente que insulta la inteligencia de los españoles a fuerza de creerse diosecillos.

Cristina Fallarás, nueva consejera de RTVE, afín a Podemos, fue nombrada a instancias del partido morado este mismo mes de julio. Esta señora se inhabilita ella sola para el ejercicio de función pública alguna, máxime de un organismo como la Corporación Radio Televisión Española. Entre las muchas formas de odio que manifiesta, y como no podía ser de otra manera en una radical como ella, no ha dudado en manifestar lo siguiente: "Siento repugnancia hacia las misas". Hacía las misas que celebra en sus templos la Iglesia católica, no hacia los actos que celebra el orbe islámico en las mezquitas que ya se levantan por doquier en España.

No sé si ha sido una amenaza o una advertencia sin mayores consecuencias. Lo que sí sé es que la 2 de TVE retransmite la Santa Misa todos los domingos. Una retransmisión que cuenta con un público fiel compuesto en su mayoría por ancianos y enfermos, pero también por personas que no pueden acudir al templo y eligen esta forma de asistencia a Misa. Ya ha habido intentonas fallidas por parte de Podemos cuyo grupo parlamentario ya presentó en febrero de 2016 una proposición no de ley para prohibir la retransmisión de la Santa Misa. Con lo que no contaban sus detractores es con la cantidad de españoles que, indignados, recogieron firmas que se multiplicaron como los panes y los peces, en contra de medida tan sectaria.

Esta gente no puede llegar arrasándolo todo. A está gente que odia hay que sacarla de lo público y recluirlas en sus ámbitos privados de actuación. Nadie, con un mínimo de sensibilidad, puede ponerse frontalmente en contra de un sentimiento que no es minoritario. Esta señora es una radical de tomo y lomo cuyo talante ha empeorado desde que empezó a simpatizar con Podemos. Para justificar sus actitudes tiran enseguida de verbo y hablan de discriminación, de igualdad, de aconfesionalidad, de todo eso que les está llevando a la destrucción de España. Sí, sé bien lo que escribo, a la destrucción de España. Pero, atentos, porque no les importaría situar el Pirulí de la pública, mirando hacia la Meca y tenernos todo el santo día de rodillas.

Qué mal pueden hacerles ancianos y enfermos a los que realmente se presta un servicio público si, además, el 70% de los españoles se reconoce como católicos. La cifra para Fallarás y los de Podemos es lo de menos. Ellos, erre que erre, siguen empeñados en crear conflicto y en romper lo que nos une. Y para más Inri, nombran consejera a una señora que ha declarado abiertamente: "Siento repugnancia hacia las misas". Ya ve, que ganas de hacernos daño gratuito a los católicos. Hacia esta señora que ha salido de malas maneras de tantos tajos por creerse por encima de los demás, fundamentalmente sus jefes y compañeros, son muchas las personas que sienten la misma repugnancia, por supremacista, por sectaria, por descomedida, por abominar de lo establecido y porque la soberbia, la vanidad y el egoísmo ciegan su sentido común.