Hace unos días hemos conocido los datos demográficos que ha difundido el Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre la región y, de modo especial, sobre Zamora, confirmándose que la pérdida de población sigue siendo una de nuestras señas de identidad. La situación es tan seria que en los encuentros económicos, políticos o sociales es muy raro que los conferenciantes no mencionen la pérdida de población, el envejecimiento y otros problemas demográficos. Sucedió hace unos días en la entrega de los premios de CEOE-Cepyme, en los de la Cámara de Comercio e Industria de Zamora y, más recientemente, en la toma de posesión de Ángel Blanco como nuevo subdelegado del Gobierno en Zamora. También la nueva delegada del Gobierno en Castilla y León, Virginia Barcones, se refirió a idéntico tema en el mismo acto. Y entre los nuevos nombramientos que el pasado viernes realizó el Consejo de Ministros aparece el de Isaura Leal como nueva Comisionada del Gobierno frente al Reto Demográfico, con lo que, según parece, el asunto es muy serio.

Y lo es. No sólo porque los datos que vamos conociendo a través de los medios de comunicación, de las notas informativas del INE o de otros estudios científicos insistan en la delicada situación de gran parte de la geografía nacional, aunque especialmente de algunas zonas rurales que ya se conocen como "la España vacía", sino porque en el imaginario colectivo se ha instalado la idea de que la situación demográfica ya no tiene solución, que de poco sirven nuevos planes, programas y proyectos, que aquí ya no hay nada que hacer, que caminamos hacia el precipicio y que, más pronto que tarde, habrá que echar el cerrojo de manera definitiva en muchos territorios de España. Si estas sensaciones se han instalado en gran parte del territorio nacional, ¿qué les voy a contar que no hayan oído, escuchado y vivido en la provincia de Zamora y en muchos rincones de Castilla y León? Vayas por donde vayas, la sensación de derrota ha calado tan profundamente que uno tiene la impresión de que hemos perdido la batalla de manera definitiva. Y no, aún no está perdida.

Aunque la situación sea muy delicada, aún se puede revertir. Los ejemplos de actuaciones innovadoras, racionales, coherentes y eficientes abundan, aquí y en otras zonas de Europa. La retahíla de buenas prácticas en materia de empleo y puesta en valor de los recursos endógenos son tan abundantes que solo la ceguera institucional, personal o colectiva impide que se conozcan y, por consiguiente, que se puedan transferir de unas zonas a otras. El reto demográfico existe pero también existen acciones que podemos poner en marcha. Y para ello no se requieren grandes inversiones, nuevas infraestructuras o grandes planes y proyectos. Todo es mucho más sencillo. Lo he escrito en decenas de artículos científicos e incluso lo defendí el 24 de noviembre de 2014 en la Comisión de Entidades Locales del Senado del Reino de España, donde expuse la conferencia "De los problemas a los retos de población en el medio rural de Castilla y León". Sus señorías pudieron escucharlo. Por tanto, si alguien quiere contar conmigo, aquí estoy: disponible para lo que se me requiera.