Vinieron los sarracenos/ y nos molieron a palos/ que Dios no ayuda a los buenos/ si son menos que los malos". Mucha gente del PP habrá recordado esta cuarteta, de raigambre medieval y mucha guasa, al enterarse de los militantes que se han inscrito para elegir a su nuevo líder en la primera vuelta. ¿Pero los "buenos" no éramos muchos más, ochocientos y pico mil, el partido más numeroso de Europa y del mundo mundial?, ¿dónde se ha ido tanto "bueno" si ya somos menos que los "malos", que han tenido participación mucho más alta en procesos similares en el PSOE y en Podemos? Lo mismo aparecen los "sarracenos" y nos muelen a palos.

Bromas aparte y sin entrar en dramatismos, la verdad es que hay alarma y desconcierto en las filas del PP por los bajísimos porcentajes de afiliados dispuestos a ir a las urnas (y a pagar 20 euros, los que no estuvieran al corriente en las cuotas). No es para menos. Si se ha inscrito un 8% de los teóricos 860.000 militantes es para hacérselo mirar y para hacerse, y hacerle a los gerifaltes, muchas preguntas: ¿es cierto que hay 860.000 afiliados?, ¿cuántos pagan religiosamente?, una vez que se ha iniciado la sustitución de Rajoy, ¿qué ha hecho el aparato del partido para incentivar la participación?, ¿ha habido algún candidato o candidata interesado-a en poner sordina al proceso por creer que el adormecimiento de la militancia le favorece?, ¿cómo es posible que un partido que presumía de tantos y tantos afiliados vea ahora que el número de apuntados para votar es casi igual a los cargos que tiene, sean concejales, procuradores, diputados, etc? Simplificando, diríamos que solo se han inscrito los que ocupan algún puesto, bien en el partido o en las instituciones. No es así, claro, pero se le aproxima. Otro síntoma para hacérselo mirar.

Asegura el presidente del PP de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, que estos datos no restan legitimidad a quien gane las primarias. De acuerdo. Las normas son iguales para todos y todos las conocían, pero una victoria con solo un 8% de participación no parece muy convincente. Y, además, no vencerá el que más votos de los militantes consiga en la primera vuelta, sino aquel a quien respalden los compromisarios en el congreso del 20 y 21 de julio. O sea, que la ultimísima palabra la van a tener los más de 3.000 compromisarios que acudan a ese cónclave y se decidan por uno de los dos más votados en la primera vuelta. Y de esos compromisarios, 2.565 son elegidos por las organizaciones territoriales y el resto son cargos públicos o miembros natos. Es decir que, como ocurre con frecuencia, la banca (el aparato) tiene más posibilidades que nadie. Veremos.

Puede haber sorpresas, naturalmente que sí. Ya sucedió en el 2000 en aquel congreso extraordinario del PSOE convocado, como el de ahora del PP, deprisa y corriendo tras la dimisión de Almunia en la noche de su fracaso electoral ante Aznar. Entonces, todo parecía indicar que José Bono iba a barrer y que Zapatero era el que menos opciones tenía. Y ganó. Quizás porque en el asalto final recibió los votos de los partidarios de las dos derrotadas (Matilde Fernández y Rosa Díez) que resolvieron el dilema: Zapatero antes que Bono.

¿Se repetirá la historia en el PP? Si Cospedal y Sáenz de Santamaría están tan enfrentadas, es fácil pensar que sus seguidores apoyaran a cualquier otro aspirante si una de las dos queda eliminada. Por tanto, la primera vuelta despejará muchas incógnitas aunque dejará las más fuertes para el congreso. Y si llegan a este evento María Dolores y Soraya, no les quiero ni contar. Y peligroso para el PP porque ¿quién restaña heridas?, ¿quién cree en la unidad sin fisuras?, ¿quién no teme que le aparten y piense en la retirada si no gana la suya? Lo sabremos pronto.

Mientras tanto, hagamos cábalas sobre el paradero de esos miles y miles de afiliados que han desaparecido del censo. ¿Dónde han ido a parar?, ¿o es que no estaban ni estuvieron nunca pero nadie deshacía la trola para continuar manteniendo la burbuja de la alta afiliación? Y eso que Castilla y León es la comunidad con más alto porcentaje de inscritos, más de un 13,5%. Pero es duro comprobar que en una provincia como Zamora, donde el PP ha mandado años y años en todas las instituciones, únicamente seiscientas y pico personas se han apuntado para escoger al futuro líder de su partido. Y es que aquí creo yo que somos más del dedo.

-A mí me dicen lo que tengo que hacer y buena gana de líos, eso para los que mandan que son más listos que yo; para eso están donde están, dice el señor Sinclético, que lleva de concejal de su pueblo desde la muerte de Manolete.

Y así nos va. Nosotros a obedecer. Además, al paso que va la burra, nos harán a todos compromisarios, ediles y otros cargos. No habrá más gente en la provincia.