Deseo agradecer la invitación de la dirección del IES "Valverde de Lucerna", para colaborar con este escrito a los 25 años de su conversión en un centro público de Educación Secundaria.

Es conocida la leyenda de los orígenes del Lago de Sanabria que fue elevada a categoría literaria por Miguel de Unamuno en el año 1930 con la novela "San Manuel Bueno, mártir", de manera que convirtió el nombre del ya legendario pueblo de Valverde de lucerna, en: "Campanario sumergido, toque de agonía eterna, bajo el agua del olvido?".

También con este nombre remoto de "Valverde de Lucerna", se denominó el nuevo y renovado Instituto en Puebla de Sanabria. Antes fue un Colegio perteneciente a la Diócesis de Astorga, con el nombre de Juan XXIII. Siendo todavía administrado por los eclesiásticos, se celebraron varias reuniones clandestinas de sacerdotes progresistas de las diócesis de Astorga y de Zamora, que trabajaban para actuar pastoralmente en consonancia con la nueva doctrina del Concilio Vaticano II. Me invitaron en tres ocasiones, siendo los debates relacionados con la necesidad de ponerse al día frente a una sociedad cada vez más autónoma y menos sometida a los dogmas tradicionales, y por lo tanto menos clerical y más secularizada.

A estas reuniones acudieron personas que han ejercido una actividad muy intensa en relación con los movimientos sociales y cristianos más avanzados. Quiero recordar a Ángel Bariego, Miguel Manzano, Benito Peláez, Manolo Tapia, Ovidio Montero? Se puede afirmar, desde la perspectiva de la orientación eclesial de aquel momento, que estas inquietudes estaban en sintonía con la Iglesia del Papa Juan de tan nostálgica memoria, y de una sociedad civil que aspiraba a conseguir la democracia y la libertad.

Es pertinente que se recuerde que una parte de cristianos militantes tuvieron un papel muy importante en el desarrollo de la transición política, social, cultural de nuestro País. Estos movimientos no estaban muy bien vistos por los diferentes obispos, tampoco por él, entonces, gobierno franquista y por lo tanto ejerciendo la dictadura.

Cuando regresé como parlamentario a las Cortes Generales, después de dejar la presidencia de la Junta de Castilla y León, convencido de las condiciones beneficiosas de la enseñanza pública para nuestra querida Sanabria, y para poder disponer de un Centro Público que diera cobijo a las necesidades de la Comarca que ayudara a los jóvenes en su formación humana e intelectual, del mismo nivel que en las zonas urbanas del resto de España; a instancias de algunos responsables políticos y municipales como José Fernández, Felipe Lubian y Francisco Villaverde, tomé varias iniciativas parlamentarías, instando al Gobierno para la adquisición del colegio privado y religioso, para convertirlo en un Centro Público y laico, unido a la red estatal.

Siempre he mantenido que no habrá una ciudadanía justa y democrática, sin la escuela pública, y sin ciudadanías democráticas la escuela pública es inexistente, no tiene cabida y, menos sentido. Y es que la escuela pública-en todos los niveles- se vincula con la aplicación del hecho educativo como hecho político. Esta dimensión se sustenta en las dimensiones axiológicas de que todo hecho educativo institucionalizado como aparato ideológico determina un modelo de sociedad. La relación de escuela pública y ciudadanía, se relaciona con la importancia de la escuela como morada de lo común, como el espacio de lo público.

Estoy de acuerdo con lo que la UNESCO y otros organismos internacionales han señalado y que la evidencia indica, esto es, que los países que están cumpliendo mejor con los problemas de la nueva organización y globalización son aquellos que cuentan con sistemas educativos sólidos, sistemas en los cuales la mayoría de los ciudadanos, y no solo las élites, tengan acceso a una educación de máxima calidad.

Es el momento de recoger las aspiraciones de muchos ciudadanos españoles para reivindicar el llamado Pacto Educativo, que contenga la capacidad de educar alumnos críticos, que garantice la equidad , la promoción y la igualdad , con una educación laica, democrática y participativa, reconociendo y valorando la participación del profesorado, con una inversión suficiente. Este es mi deseo y aspiración como ciudadano.

Para finalizar, deseo tener un recuerdo a tantos profesores y profesoras que durante estos años han dedicado lo mejor de sus conocimientos, y en muchos casos lo mejor de su vida, a la profesión de maestros- docentes, preparando la educación de la "mejor generaciones de jóvenes" que ha tenido España. También quiero agradecer a la Directora y a todos los profesores y a la Comunidad Educativa, incluyendo a las madres y los padres, así como a los alumnos y exalumnos.

Solamente manifestar que la escuela pública es la escuela de todos. Gracias.