Eso dicen algunos expertos. Otros confirman que es por la boca por donde muere el pez, es decir que es por la boca, ingiriendo ciertos alimentos o puede que todos, por donde entran enfermedades no deseadas, algunas de ellas mortales. En ciertos establecimientos se venden presuntos jamones serranos, que son jamones en el 75% según reza la etiqueta. Yo me pregunto, de qué estará hecho el veinticinco por ciento restante. Esto es la caraba. El trabajador de una fábrica de fiambre me comentaba fechas pasadas la cantidad de elementos que entran en la composición de esos alimentos tan exquisitas que compramos a buen precio. Si se viera su elaboración lo mismo dejaban de venderse.

Estimo que Sanidad tiene mucho trabajo al respecto, solo que ni hace ni dice nada. Sanidad está en la obligación de evitar que sigamos comiendo mierda. Sanidad está en la obligación de revisarlo todo convenientemente y al decir todo, es todo, no sólo el estado de limpieza de las tiendas y puestos donde se nos venden los alimentos, también de los alimentos, de lo que estos contienen o dejan de contener. No deja de sorprender leyendo la etiqueta de algunos alimentos que en ellos se incluya la advertencia de que el producto en cuestión puede contener trazas de cacahuete, de pescado, de crustáceos, de apio, de huevo, de altramuces, de soja, de gluten, de leche, de granos de sésamo. Pero si yo compro salchichas, que pinta la soja. Si yo compro aceitunas, qué tienen que ver los altramuces. Si yo compro guisantes congelados que tienen que ver los crustáceos. Si yo compro pechuga de pavo que tienen que ver el resto de trazas que suelen indicar.

Los que tenemos la costumbre de leer las etiquetas, también por conocer la procedencia, vamos a tener que hacer como con los medicamentos, dejar de leer el prospecto porque es mayor el número de contraindicaciones que de beneficios del producto. Los expertos llevan un tiempo alertando, si no de la toxicidad propiamente dicha de algunos alimentos, sí de los inconvenientes que aporta su elaboración, inconvenientes en forma de trazas de todo lo inimaginable. Sólo que al altavoz de estos expertos se le ha quitado el volumen y su mensaje no llega claro, su mensaje no llega nítido al consumidor. Quienes también tienen un trabajo ímprobo son las organizaciones de consumidores que no paran de alertar de los peligros que nos acechan.

Por favor, hay que leer las etiquetas de todo lo que se adquiere. Cada vez es más frecuente incluir mensajes del tipo aludido hasta para comprar una tableta de chocolate. Y cada vez es más larga la lista de posibles alérgenos. Ignoro si se trata de una salvaguarda legal, vaya puñeta, lo que sí me parece es que se debiera legislar en este sentido porque este asunto de las 'trazas' se está convirtiendo en un abuso. Obviamente aquellas personas que presenten cuadros de alergias lo tienen cada vez más crudo. Y ya aprovechando, que la autoridad sanitaria trate de averiguar porque un jamón o una paleta de en teoría buen jamón serrano sólo contiene un 75 por ciento de jamón, del resto no se dice nada. Lo mismo añaden para completar cualquier cochinada del cerdo que, de saberlo, nos impediría abrir la boca. A este paso sólo los riquísimos garbanzos de Fuentesaúco van a ofrecer garantías al cien por cien. Porque en cuanto a casi todo lo demás, francamente no hacemos otra cosa que comer mierda.