En las fiestas de San Pedro de 1990 salimos del Cuartel Viriato. En una de las fotografías que durante el mes de mayo se han expuesto en la Alhóndiga gracias a la iniciativa de Luis Calleja y la colaboración de varios fotógrafos, Guarido sale cargado con una caja de cartones de leche Gaza y otro de huevos, seguido de Parro con una bombona a la espalda. Poco después los miembros de la coordinadora o colectivo ciudadano por Campus -no recuerdo exactamente cómo nos llamábamos o nos llamaban- fuimos andando en manifestación hasta la Plaza Mayor, donde algunos subieron con el alcalde de entonces, Antolín Martín, del PP, al escenario desde donde se iba a leer el pregón de fiestas.

No habíamos conseguido todo lo que queríamos quienes veintinueve días antes salimos a rodear simbólicamente el Cuartel para que fuera cedido gratuitamente a Zamora y construir en él un Campus Universitario. Pero no fue un sueño.

De hecho hubo que volver a tomar el Cuartel mucho después para continuar las actividades de la primera "Escuela de sabiduría Popular" - como la llamó Agustín García Calvo durante el encierro- que convirtió el Cuartel en el primer centro cívico autogestionado de Zamora durante más de un año, hasta que el inicio de las obras acabaron con una experiencia que fue menos mediática porque no estaba el alcalde de entonces, aunque sí estaba el actual, Guarido, que si en la primera toma del Cuartel cargó con los huevos, en la segunda fue el que rompió el candado de la puerta. Esta segunda toma del Cuartel fue incluso más revolucionaria socialmente. Y tan real como la primera, no fue un sueño.

Durante los veintinueve días del encierro en el Cuartel, toda izquierda unida que como sabéis nunca hemos sido muchos, estuvo volcada en las decisiones de la coordinadora y en las actividades que se realizaban por miles de personas y colectivos que se sumaron a esa idea. Todo empezó por la pequeña movilización que se gestó en la sede del Mercado de IU; creció por la respuesta de los convocados en el Colegio Universitario y por el acierto de Gabriel Guijosa de proponer como portavoz a Ángel Bariego y el compromiso incondicional de éste; siguió adelante por el trabajo de muchos colectivos en las reuniones de la coordinadora; nos sorprendió por el espontáneo alcalde que saltó por encima de la valla al ruedo sin avisar; y continuó imparable durante veintinueve días con el apoyo social más grande vivido en la ciudad, en la provincia y en la Zamora de fuera?

Con la dignidad de un pueblo, que defendía Bariego; con la inteligencia de Gabriel que descubrió que querían cobrarnos por algo que era nuestro tras su investigación en la cámara de la propiedad, que apoyaba esa dignidad; y con todo un pueblo que se mostró inteligente y digno. Y no fue un sueño.

Como fue una realidad que tras salir del Cuartel en San Pedro y marcharnos a dormir a casa, la ciudad no dejó de soñar con su Campus, de tal manera que fueran estudiantes, asociaciones de padres o cualquier colectivo, siempre estábamos dispuestos a volver a tomar el Cuartel o las calles. Y todo el pueblo estaba allí con su dignidad, como estaba siempre toda izquierda unida, que como sabéis tampoco somos tantos.

No fue un sueño que la gente de Zamora se unió y luchó veintinueve días dentro del Cuartel y durante varios años después en las calles, para que el viejo y abandonado recinto militar fuera transformado en escenario de una gran movilización ciudadana primero, en un centro cívico autogestionado después, y al final en el Campus Universitario que continúa sencillamente su andadura, sin saber que es un símbolo de la dignidad de un pueblo.

Veintiocho años después, muchos que aparecen en las fotos de la exposición se han ido. Los "protagonistas" Gabriel Gujosa, Antolín Martín y Ángel Bariego. Y algunos más que estuvieron veintinueve días colaborando, luchando y jugando? Como Violeta que aparece sentada con Claudia y Alba viendo cómo se intercambian los bastones los alcaldes de Zamora y la Hiniesta.

Formando parte del pueblo digno de Zamora que supo soñar, unirse y luchar por una idea hecha realidad. Sigamos soñando.