Veo al PP de los nervios. Muy atacado, la verdad. Por un lado, la pérdida del Gobierno le ha sentado como siempre; da igual que lo pierdan en elecciones que en mociones de censura. Para el PP nunca es legítimo que otros puedan gobernar. Nunca. A Felipe González lo acusaban de todo cada vez que los ganaba por goleada y, como confesó un día Anson (exdirector del ABC y fundador de La Razón), se llegó a poner en riesgo el Estado por echarlo como fuese. Y digo yo que aún se recordará la que montó el PP cuando Zapatero sucedió a Aznar: atentados de Madrid, intento de culpar a ETA y tras las elecciones que perdieron, meses y meses lanzando la vil acusación de que el PSOE había llegado al Gobierno envuelto en sangre y por oscuras vías. Siempre que el PP está en la oposición se recupera una palabra creada, diríase, para describir su forma de ejercerla: crispación. Como no aceptan la derrota, todos sus vencedores son ilegítimos, impresentables, necios, traidores y yo qué sé cuántas cosas más. La sensibilidad democrática, por decirlo fino, no es el fuerte del PP. Solo hay democracia para sus dirigentes cuando el PP gana y gobierna. Cuando no, la democracia ha muerto y que hay que resucitarla recuperando el poder. Terrible.

No se deje engañar nadie, por tanto, con lo de que esta vez tenemos un Gobierno ilegítimo porque ha llegado vía moción de censura. Eso es una sandez. Para esta gente, la ilegitimidad reside en que si no eres del PP, da igual por qué vías hayas llegado a La Moncloa. Hagan el ejercicio mental de imaginar que Podemos, tercera fuerza nacional al fin y al cabo y a no mucha distancia de las otras dos, gane las próximas elecciones. ¿Alguien es capaz de imaginar al PP felicitando con humildad y sentido democrático al vencedor o más bien lo adivinamos aullando y escupiendo descalificaciones sin parar por el intolerable resultado de unas elecciones que habrán estado manipuladas por Venezuela, Irán, Corea del Norte, la China Popular y el mismísmo Belcebú? No, sensibilidad democrática no es precisamente lo que caracteriza al PP desde que lo refundó Aznar, a partir de la AP de nostálgicos franquistas del tremendo Fraga. Logran disimularlo cuando mandan, pero es perder el poder y ya están enseñando la patita antidemocrática por todas las esquinas.

Esta vez, para colmo, a su eterno pésimo perder, suma el PP que ha entrado en crisis interna y debe elegir nuevo presidente sin la costumbre del dedazo al que estaban abonados. Les ha entrado un vértigo colosal. De hecho, en cuanto Rajoy les dijo que no iba a señalar a nadie como sucesor, salieron en tromba muchos a pedir un candidato único y de consenso. O sea, para no tener que elegir democráticamente, no vaya a ser que nos dividamos y "nos parezcamos a Podemos". Eso dijo alguno, sí. Se ve que la democracia, tanto interna como externa, les sienta como la luz a los vampiros: temen deshacerse. Qué patéticos. Pues aunque ellos y sus corifeos solo le desean a mi partido lo peor de lo peor, yo les voy a desear a ellos lo mejor: ojalá funcione la democracia interna y consigan tener un líder democrático en todos los sentidos, alguien con capacidad para entender a los diferentes, para aceptar las derrotas con naturalidad, para dialogar y pactar con los adversarios, para pensar en España antes que en el PP (no, eso tampoco lo han sabido hacer nunca, aunque griten lo contrario), para gobernar con empatía y sensibilidad.

España necesita un gran partido en el que se vean representados quienes, legítimamente, temen los cambios sociales y son reacios a cualquier transformación. Ahora mismo hay dos que se disputan ese electorado. El PP solo podrá mantener su hegemonía frente a Ciudadanos si acierta con la elección de un líder que entienda de una vez la esencia de la democracia, la vitalidad de la alternancia y el respeto por los adversarios. Después de tantos años yo no lo veo muy factible, la verdad. Se han acostumbrado a vivir en otra parte, en una "zona de sombra" que no distingue entre lo democrático y su opuesto, y veremos si son capaces de salir de ahí. Aunque por decirlo todo, no seré yo quien llore si fracasan y el naranja sustituye al azul. Tengo el mismo cariño al PP que el que sus líderes, empezando por los de Zamora, tienen a Podemos. Así que me lo estoy pasando muy bien estos días, viendo como sufren la pérdida del Gobierno y el vértigo interno de elegir un líder sin dedazo orientador. Madurad, tropas de Maíllo, porque os va el partido en ello.