Alos que nos divierte analizar la situación política la primera tarea que se nos presenta es la de encontrar los hechos. No es la única, quizá no sea la más importante, pero es la primera. Los hechos son los adobes con los que construimos nuestras vías de análisis, mediante ellos descubrimos las mentiras, las medias verdades, los discursos facilones y simples que hacen felices a los hombres crueles.

Cuando se celebraron las últimas elecciones legislativas los hechos que han dado lugar a que prosperase la "moción de censura" al Gobierno del ya expresidente, señor Rajoy, ya eran conocidos, pero frente a un enorme aparato de propaganda de mentira organizada, en el que un español tenía menos fuentes de información contrastada que la de cualquier otra alternativa, se decían mentiras que por muy desmesuradas que fueran se creían. Esa es la realidad que hemos estado viviendo hasta que apareció en los medios de comunicación la sentencia del llamado "Caso Gürtel". Los políticos del PP desarrollaron una serie de recursos complejos para imponer un relato dominante a través de los medios en el que la línea entre la realidad y la realidad virtual era sistemáticamente desdibujada. Si un número elevado de personas se lo cree durante el tiempo suficiente, el partido permanece en el poder, y eso es lo que ha sucedido durante varios años.

Habitualmente antes de escribir una columna de este tipo me informo en reuniones con gente de ideología política diferente, pero buena parte del tiempo la dedico al análisis de las causas que han propiciado tal o cual hecho.

En los sucesos del 11-M de 2004 en el que fueron asesinadas 193 personas, el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, dio órdenes expresas para que los miembros de su Gobierno, los Embajadores, los altos mandos de los Cuerpos de Seguridad y todos los miembros de su partido difundieran la noticia de que había sido la organización terrorista ETA la autora del atentado y ese fue el mensaje que se estuvo difundiendo por TVE pese a la evidencia de las pruebas en contra.

El interés del Presidente era presentar ante la opinión pública el atentado como un hecho planificado como si se tratase de una operación militar del que únicamente la banda etarra era capaz de diseñar. El objetivo era dar ventaja a los partidos de la oposición, principalmente el PSOE, que según el PP eran más proclives a complacer las exigencias de la banda.

Las democracias occidentales son demasiado televisivas pero los hechos fueron tan evidentes que fue imposible tergiversarlos y el Partido Popular perdió las elecciones por mayoría simple, el PSOE obtuvo 164 diputados y el PP 148.

Desde las últimas elecciones generales (26 de junio de 2016) el PP inició una campaña de propaganda basada en la disminución del paro y en el aumento del nivel de vida de los españoles y en el patriotismo, casi en exclusividad, de su partido. En verdad, parece necesario algo más que, sencillamente, lo patriótico y la propaganda de terciopelo. Las manifestaciones populares se iniciaron por sectores siendo la más numerosa la del 8 de marzo, día Internacional de la Mujer, seguida de las numerosas protagonizadas por los pensionistas.

La combinación de los siguientes cuatro ingredientes como el de la desigualdad de las mujeres con los hombres, la de los funcionarios de diferentes comunidades autónomas, la escasa subida de los asalariados en todos los campos de la economía, la merma de las pensiones y la incertidumbre sobre un pacto que garantice el retiro de las futuras generaciones, han sido los elementos que han propiciado una revolución pacífica de nuevo cuño.

La de los parlamentarios.

Esto determinará que el PSOE se recomponga y vuelva a ser el partido de la socialdemocracia de la segunda mitad del pasado siglo.

Mimbres no le faltan.

(*) Concejal del PSOE en el Ayuntamiento de

Peñausende