Aunque la volatilidad política e institucional lleva un tiempo instalada en la vida pública española, lo sucedido con la moción de censura y el cambio de inquilino en La Moncloa obliga aún más a todos los partidos a resetear sus estrategias para las elecciones autonómicas y municipales de 2019. Centrándonos en Castilla y León, es más que probable que a partir de septiembre asistamos al lanzamiento de una precampaña larga y feroz y de una intensidad nunca antes conocida, máxime cuando las previsiones de unos y otros han sufrido un drástico cambio a raíz de la inesperada llegada de Pedro Sánchez al Gobierno de la nación. El mejor parado de esta inopinada situación es Luis Tudanca, el líder socialista que aspira a airear las ventanas del Colegio de La Asunción tras años de gobiernos del PP. Él es el único candidato oficial a la Presidencia de la Junta, mientras el resto de formaciones aún no han dado ese paso, al menos de manera oficial. Salvo sorpresa mayúscula, el presidente de los populares castellanos y leoneses, Alfonso Fernández Mañueco, asumirá ese papel para intentar revalidar el mandato "popular" al frente del Ejecutivo autonómico. Y fácil, lo que se dice fácil, no lo va a tener dada la atomización política de la Comunidad. Por eso se entiende poco que cuando restan solo once meses para la cita con las urnas no ejerza al cien por cien esa designación in pectore, incluso provocando su relevo al frente de la Alcaldía de Salamanca, cargo que ahora mismo, lejos de propiciarle más votos en la región, hasta se los puede restar. No olvidemos que el nuevo escenario político supone aparcar el apoyo de Ciudadanos a la gobernabilidad de ayuntamientos donde el PP ejerce el poder con el apoyo de la formación naranja, caso de la capital salmantina. Ni tampoco desdeñemos que el disputado voto de centro derecha tiene como protagonistas a los dos partidos políticos en liza, que van a abrir una lucha encarnizada por ganar ese espacio electoral.

Estamos, pues, ante un tiempo nuevo, desconocido y feroz.