No está nada claro el asunto de si Sánchez pactó o dejó de pactar con los filoetarras, los independentistas y los populistas. A estos últimos les ha dado puerta, hará bien si no quiere ver cómo España se le echa encima. Con los independentistas parece tener un especial feeling. Ha llamado a todos los presidentes autonómicos y, como no podía ser de otra forma, también ha hablado con Quim Torra, el atorrante presidente de la Generalitat, con el que se reunirá sine die.

Ignoro, porque no soy adivina aunque sí intuyo, que a Torra le va a dar todo lo que le pida en función de ciertos "gestos de normalización" a los que ha apelado la portavoz del nuevo Gobierno. Las concesiones a la Generalitat o lo que es igual, al independentismo catalán han comenzado levantando los controles financieros sobre la Generalitat que se mantenían en vigor por el proceso soberanista de Cataluña.

No entiendo a santo de qué se ha levantado el control de los dineros, cuando el proceso soberanista sigue su curso imparable y ese dinero, que es público, sirve para financiar el dorado "exilio" europeo de Puchimón y compañía. A santo de qué tanta prisa. No entiendo ese afán de Pedro Sánchez por complacer a los secesionistas. Han cometido el delito de secesión y en lugar de castigarlos se les premia. Como respuesta, Torra ha colgado en la balconada del palacio de la Generalitat una pancarta que es un insulto para el Ejecutivo de Sánchez, para España y para los españoles.

Cuánto está dispuesto a darles el nuevo presidente del Gobierno de España, sí, de España, porque "este país" se llama España, por mucho que las ministras del nuevo Gobierno se refieran a él en abstracto. Parece que les diera vergüenza llamar a la patria de todos por su nombre, por el que nos conocen en todo el mundo: ¡España! Ya sé que al levantar el 155 se está obligado a levantar el control financiero. Pero es que nada ha cambiado en el independentismo catalán. Se muestran más reaccionarios que nunca. Nos llaman fachas quienes tienen comportamientos de tales y revientan actos como el organizado por Sociedad Civil de Cataluña en el malogrado acto de homenaje a Cervantes.

Además, sabemos que "Puchimón" no ha pedido, ha exigido a Pedro Sánchez negociar la autodeterminación de Cataluña, ese imposible que no tiene ni más diálogos, ni más negociaciones, ni más concesiones porque, de hacerlo, Pedro Sánchez se convertiría automáticamente en el mayor felón de la historia de España. Algunos de sus ministros han hablado de unidad, de indisolubilidad, a ver qué nos dice la realidad. Hay que mantenerse firmes ante el empuje secesionista, ante los actos violentos, ante los escraches que sufren los dirigentes catalanes de los partidos constitucionalistas, ante sus amenazas, ante el amarillo cobarde de ridículos lacitos, corbatas y bufandas que para este tiempo es la ropa.

Cabe esperar que la nueva titular de Hacienda controle la situación y no se la deje meter doblada, con perdón de la expresión.