Hay que tener los ojos muy abiertos para ver las cosas como son, aún más abiertos para verlas otras de lo que son; más abiertos todavía para verlas mejores que son. Yo os aconsejo la visión vigilante?"

Estimulantes palabras de Juan de Mairena, el profesor apócrifo que Don Antonio Machado inventó con el fin de enriquecer su vida espiritual, evitar la desesperación y el exceso de ensimismamiento. Corrían los convulsos años treinta para el maravilloso poeta de la Generación del 98, hoy me sirven de acicate para mirar alrededor con detenimiento, vigilante, ya sé que este es otro tiempo, pero me interesa el sabio consejo que termina diciendo: "? porque vuestra misión es ver e imaginar despiertos, y que no pidáis al sueño sino reposo". Este maestro de ficción dialoga con sus alumnos sobre una realidad auténtica. Sus lecciones mantienen una asombrosa vigencia, siguen ayudándonos a desentrañar la vida, tanto pública como privada. Cuando nos pide que miremos las cosas de una determinada manera nos conmina a conocer, nos compromete con el saber. Porque mirar nos hace personas singulares. Si alguien expresa lo que ve con palabras y entiende, será capaz de distanciarse para que las imágenes no acaben por confundirle. Estamos expuestos a la avalancha informativa que nos abruma desde internet sin descanso. Sin la distancia no seríamos capaces de entender, seguiríamos embobados con las sombras proyectadas en la pared de la caverna platónica, no habría tiempo para la reflexión ni para formar nuestra propia personalidad.

Al hilo del momento político español, agitado sobremanera por la sentencia del Caso Gürtel en el que se juzgaba la corrupción del PP, les propongo distanciamiento machadiano porque si es grave la trama corrupta juzgada lo es más la putrefacción de las conciencias y la degeneración mental que está provocando la manipulación informativa. Me asomo diariamente a la prensa escrita, a los diarios digitales y a otros medios, de un sesgo y de otro, públicos o privados y lo que contemplo me asusta. Si entro en los comentarios vertidos en las redes sociales entonces tendría que aludir metafóricamente a "vertidos contaminantes" y ponzoñosas aguas negras con apariencia de pensamiento. Es grave y muy serio, hay demasiada gente sumergida en esas aguas de forma permanente. Será muy complicado que las neuronas de estos bañistas siniestros vuelvan a realizar una sinapsis correcta. Sólo la educación ayudaría a no dejarse atraer por una zambullida en piscina tan concurrida. Una educación que sea escuela de libertad para la formación de ciudadanos, ámbito de creatividad intelectual que aflore al científico investigador o al artista pintor y entorno ético que abomine de la exclusión y el fanatismo.

Estoy bastante perplejo por la frivolidad con que algunos políticos conservadores han afrontado la moción de censura a M. Rajoy. Sus declaraciones revelan importantes carencias educativas. No parecen entender el funcionamiento de las instituciones democráticas y se manifiestan como sectarios fanáticos incapaces de reconocer que ni ética ni políticamente podía seguir en la Presidencia del gobierno de España un señor que conoció, amparó y defendió prácticas corruptas en el partido que presidía, amén de aparecer como perceptor de dinero negro en los "papeles de Bárcenas", más fiables, según los tribunales, que los testimonios del testigo presidente del PP. Dice el diputado zamorano Barrios que se ha asestado un duro golpe a la democracia. Otros hablan de Frankenstein para denostar la moción presentada. Ninguno parece conocer esa romántica historia que cumple dos siglos, tampoco la marisabidilla Inés Arrimadas. Repiten estas tonterías para consumo de estúpidos navegantes de las redes sociales. Ya basta, merecemos respeto todos, también los que nadan en el proceloso mar digital. Lo ocurrido en el Congreso es un ejemplo de normalidad, de madurez democrática. Se censuró a un presidente indigno del cargo que ocupaba. Se le sacó de la institución porque no quiso dimitir. Se impuso el deber ético de la mayoría de diputados a la cerrazón inmovilista de los populares y al viscoso españolismo electoralista de Ciudadanos. No pasó nada catastrófico, no se cometió ningún fraude, solamente se siguió el procedimiento reglado por nuestra constitución, tampoco se hundió la bolsa ni se desmadró la casquivana prima de riesgo. Les ha faltado templanza, consideración y, sobre todo, educación cívica. Prometen zancadillas al próximo gobierno, no resulta extraño, ya se comportaron como filibusteros cuando estuvieron antes en la oposición.

Termino recomendando lo mismo que el maestro Emilio Lledó: "La lectura y el diálogo en nuestros institutos del "Juan de Mairena" podría ser, entre otros, un elemento fundamental para esa nueva conciencia ciudadana que tanto necesitamos".