Pues vaya con el mal humor de don Rafael Hernando! Hasta ahora sabíamos que era el portarruidos oficial del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso de los Diputados y que con él, tanto si está su partido en el Gobierno como si está en la oposición cuando habla, la gresca está servida, pero ignorábamos que estuviera dispuesto a colgar por los pies, a las primeras de cambio, a sus adversarios políticos. Cuando se levantó el otro día de su sillón para dirigirse a la Tribuna a dar su última catilinaria fue directamente al grano, nada de exordios, usted, señor Sánchez, nos va a quitar el mando sin pasar por las urnas ¿dónde hay una columna que derribo el Parlamento como Sansón?

Esto sucede porque el agitprop del Partido Popular ha diseñado un modelo de sociedad que consiste en prepararnos para que consumamos coca cola, trajes de Milano y zapatos de Manolo y no para enfrentarnos a temas demasiado complicados, porque se corre el riesgo de que los entendamos y no estemos de acuerdo. Naturalmente hay que dar ejemplo con coches, trajes, relojes, masters y vestirnos a todos de pijo para justificar todos los días una nueva tropelía.

El drama que está viviendo ahora el PP no es solamente que los partidos de la oposición les hayan retirado la confianza para que siguieran en el mando, sino que los medios de comunicación les están retratando a diario sus miserias. Aunque ya han demostrado que tienen un estómago de camello para digerir toda la bazofia que sale cada cinco segundos, ahora en la oposición la digestión se va a hacer más pesada.

En ninguna parte está escrito que la "mala bilis" no pueda tener razón ni que la bondad y la educación puedan estar equivocadas, pero en la confrontación del debate político, la primera condición es el respeto al oponente. La dialéctica que exhibió el señor Hernando en su enfrentamiento, nos lleva al tribalismo. Quizá tenga usted razón, señor Sánchez, pero no es de los míos y no le corresponde estar aquí, no tiene silla en este Parlamento. Además los de enfrente, los que os oponéis a nosotros, no tenéis derecho ni a agua. Lo peor de todo, era que cuanto más usted elevaba el tono, los gestos y la desmesura, los suyos se levantan de los asientos y se rompían las manos aplaudiendo. Cuanto mayor era la vomitona, mejor. Defeca más, simple mierda que así dejamos sin argumentos al "enemigo". Hay que reducir la entidad del futuro Presidente, hacer de él algo despreciable. Rojo vende Patrias. Hay que introducir el elemento de la sospecha. Cuanto mayor sea la violencia verbal mejor.

Solo me alivió del mal rato, que yo estaba pasando, al oír tanto improperio expresados con tan mala "baba" cuando salió el adversario al que se dirigían los exabruptos, sonrió compasivo y no le dirigió el más mínimo reproche.

Supongo que en el pensamiento del, en el momento en que estoy escribiendo esta columna, ya Presidente, había otras preocupaciones más importantes que la de enfrentarse dialécticamente a una persona tan escasamente comedida. Algo alivió la desmesura el ya expresidente, Señor Rajoy, con su corta intervención, por un momento debió de pensar que se había equivocado de Portavoz.

En cualquier caso, el día uno de junio, fue un gran día para los españoles.

(*) Concejal del PSOE en el

Ayuntamiento de Peñausende