El sector agroalimentario zamorano es una realidad económica y, sobre todo, uno de los pocos futuros económicos de nuestra provincia. Sin embargo, un reciente estudio sobre el estado del sector en Castilla y León del Colegio de Economistas de Valladolid nos señala graves problemas que afectan a nuestra provincia y que nos remiten, una vez más, a la despoblación y a la falta de dinamismo que asolan desde hace muchos años a Zamora.

Nuestro sector agroalimentario comparte problemas con el resto de las provincias de la Comunidad, pero tiene tres grandes problemas específicos: falta de relevo generacional, falta de estrategia comercial y un exceso de microempresas, que lastran el desarrollo actual y futuro del sector. Como positiva, el informe destaca la calidad contrastada de los productos zamoranos.

Tenemos buenos mimbres, pero no hacemos los mejores cestos.

Los tres aspectos señalados están estrechamente relacionados entre sí y entroncan con el gran problema que arrastra la provincia desde hace mucho tiempo, que no es otro que el problema demográfico. Esta provincia se desangra, por eso no hay relevo generacional, con la consiguiente pérdida de vitalidad, de capacidad de emprendimiento e innovación, que se traduce en la falta de estrategia comercial de la que adolece el sector.

La falta de relevo generacional es la muestra evidente de la muerte demográfica de nuestro medio rural. Cuando vemos que la provincia se vacía, pese a tener un sector agroalimentario con potencial económico evidente, que puede ser un nicho de empleo fuerte, que tiene una calidad de producto contrastada, tenemos que pensar que el problema es mucho más profundo y difícil de solucionar.

No podemos pensar que sólo el agroalimentario va a permitir revertir el declive demográfico en un medio rural que carece de infraestructuras y servicios que permitan a la población desarrollar un estilo de vida acorde con los estándares de nuestros días.

¿Cómo van los jóvenes a incorporarse al sector en una provincia donde muchas de sus infraestructuras están abandonadas, donde la Diputación distribuye sus fondos con la única estrategia de la rentabilidad y el clientelismo político? Prueba de esto es la exclusión de Toro, Benavente y Morales de los fondos de desarrollo de la Diputación de Zamora, donde la Junta de Castilla y León no tiene un modelo territorial claro. O con un Gobierno central que tiene como único objetivo la continuidad en el poder. ¿Puede ser atractiva una provincia que tiene serios déficits en el acceso a internet en el medio rural, necesario para la vida diaria, pero imprescindible para emprender cualquier iniciativa empresarial, con una TDT que no cubre la totalidad de la provincia? ¿Dónde el suministro de agua para el consumo de las personas no está garantizado en muchos sitios o es de pésima calidad? ¿Dónde la sanidad se gestiona de forma incompatible con la realidad provincial, dónde el transporte público rural es un desastre?

¿Con este panorama seguimos pensando, sin engañarnos a nosotros mismos, que la despoblación de la provincia de Zamora tiene solución?

No hay voluntad política de arreglar un problema que puede hacer inviable nuestra provincia, en un futuro no muy lejano, social y económicamente. Y esta falta de voluntad política se agravada por la pérdida de peso político derivada del declive demográfico.

Pero si es una cuestión de incapacidad política, que se reconozca, que se nos diga a los ciudadanos que no se sabe cómo atajar el problema, para poder abrir un debate amplio, serio y técnico.

Existe la posibilidad cierta de que el proceso de despoblación de zonas concretas de Zamora sea irreversible. Si eso es así, debemos de cambiar y de empezar a tomar medidas para gestionar la despoblación. Hay que gestionar la despoblación, porque en el medio rural hay población que tiene derechos y necesidades. Estas necesidades hay que cubrirlas con criterios de eficacia y de eficiencia, pero con parámetros diferentes a los de los grandes núcleos urbanos y con una financiación diferente. De lo contrario, condenaremos a muchos territorios a ser inviables social y económicamente en un futuro no muy lejano.

Esta pérdida de población provoca una debilidad en el tejido social que se traduce en lo que el informe que nos ocupa denomina "falta de investigación comercial" que permita mejorar las instalaciones, los métodos, la innovación y la distribución de nuestros productos.

Una sociedad que pierde a sus jóvenes, pierde la vitalidad, la ilusión y la pasión para afrontar los cambios necesarios para adaptar los sectores tradicionales a las nuevas demandas y oportunidades en una sociedad en profunda transformación. Esta sangría no puede durar mucho más o entraremos en una situación de no retorno.

Por último, deberíamos plantearnos si nuestro sistema educativo es eficaz para que los jóvenes que se incorporan al sector agroalimentario sean capaces de salvar el tercer gran problema del sector, el pequeño tamaño de las explotaciones que impide, en muchos casos, una mejor financiación, acceder a los mercados internacionales, mejorar la distribución? Mucho me temo que no.

Estudios este, nos ponen frente al gran problema que tiene la provincia, que va minando todos los sectores, incluso los que tienen una realidad y un futuro más potente. O reconocemos la realidad y tomamos decisiones o nuestros problemas demográficos se llevarán por delante los pocos sectores de futuro que todavía tenemos.