Según el diccionario de la RAE, felón es alguien desleal, villano, pérfido. Y de estos vamos sobrados. No entiendo cómo Borges ideó una Historia Universal de la Infamia y no haya habido un solo español, pasado y presente, estoy pensando en Arturo Pérez Reverte, que haya escrito una Historia Nacional de la Felonía. Y eso que la historia de la felonía en España puede que se remonte a Indibil y Mandonio; no sé si a Ditalco, Audax y Minuro: puede que a los Infantes de Carrión, yernos de El Cid o a Galba, el pretor, que prometió tierras a los hispanos de la Lusitania para que entregaran las armas y a continuación los masacró. Claro que Galba no era español.

El PNV, tanto para populares como para socialistas, cuando se ha terciado, ha demostrado en democracia que lleva la felonía en la sangre. Forma parte de su ADN. Su lealtad a España es nula como es nula la que contraen con los gobiernos de España, sean del color que sean. Ellos van a la suyo. Mayores cotas de autogobierno, financiación imposible y mangoneo en el Congreso de los diputados. La puñetera realidad nos dice que en España, cinco votos, pueden más ciento treinta y siete. Es tremendo que el futuro de España dependa de los nacionalistas del PNV, de los populistas de Podemos, de los filoetarras de Bildu y de los independentistas de PdeCat, Esquerra Republicana y demás socios en el amor a la secesión. Todos ellos, compañeros de viaje de Pedro Sánchez que sin ganar elecciones, sin ser diputado, sin proyecto político, sin acuerdos transparentes, sin respetar su palabra y sin presupuestos se ha convertido en el séptimo presidente de la democracia española.

Quien hace once o doce días votó en contra de los presupuestos de Mariano Rajoy, hoy los asume como suyos. Quien hace once o doce días, votó a favor de los presupuestos de Mariano Rajoy, lo ha tumbado como presidente del Gobierno de España, esperando sacar mayor tajada de un débil Pedro Sánchez, que miedo está dando a la sociedad española en general. No es de extrañar que sea un clamor la petición hecha por millones de ciudadanos, y no sólo afiliados y simpatizantes del Partido Popular, pidiendo, exigiendo que en el Senado se tumben los presupuestos. Por lo menos que se presenten enmiendas que impidan al PNV lucrarse, que permitan sacar las concesiones hechas al Partido Nacionalista Vasco de los Presupuestos Generales del Estado.

Algunos hablan ya de incoherencia de los populares. Pero, ¡coño!, nada dicen de la incoherencia de los socialistas y de los peneuvistas por las razones antes apuntadas. El presidente del Euskadi Buru Batzar del PNV, Andoni Ortuzar, un tío mal encarado donde los haya, ha sacado pecho arremetiendo contra esa posibilidad que se le plantea al PP de recortar las inversiones en el País Vasco. Lo incoherente sería no hacerlo. La ciudadanía está muy quemada y ya no pide, exige contundencia para estas minorías que no hacen otra cosa que sangrar a España y a los españoles, en contra de los que digan los secesionistas al respecto.

El vuelco repentino de la política en España es lo que ahora tiene. Lo que uno no quiso y ahora pretende sacarle rendimiento y lo que otros pactaron con unos intereses exagerados hay que revisarlo de nuevo debido al clamor popular.