Su Majestad la Reina Gobernadora, Doña Isabel II, había sido proclamada por Reina y Señora de España al fallecimiento de su augusto padre don Fernando VII. En Zamora, el 25 de diciembre de 1833, en la Casa Consistorial de la ciudad se procedió al solemne acto de levantar y enarbolar pendones por el Real nombramiento.

El ceremonial fue llevado a cabo con gran pompa y ostentación de trajes y adornos. Don Ramón Montero, Regidor decano del Ayuntamiento, rodeado de todos los miembros de la Corporación, recibió del Gobernador político y militar un pendón de damasco carmesí en el que se hallaban bordadas las armas reales, con el astil dorado, lanza de plata sobredorada con dos cordones de seda del mismo color carmesí de los que pendían borlas de oro y seda. El Gobernador expresó al Regidor: "¿VS. hace pleito homenaje según uso y fuero de Castilla de proclamar por Reina y Señora natural de estos reinos, estados y señoríos de España a la Señora Doña Isabel segunda (q.D.g.) Princesa jurada por el mismo Reino, de defender su real persona, nombre y banderas hasta derramar la última gota de sangre y dar el último aliento por la conservación de todos los derechos de SM Católica? " Y habiendo respondido el Regidor que así lo hacía y prometía, replicó el Gobernador: "Pues bajo este concepto, entrego a VS este real pendón para que, enarbolándole y levantándole en las plazas , calles y sitios públicos de esta ciudad, con el Real nombre de SM la señora doña Isabel segunda, cumpla con lo referido."

Concluida esta ceremonia, el Regidor salió de la sala hasta la puerta principal del Consistorio. Allí se formó un magno desfile, que el cronista describe así: " Y montando a caballo cada uno de los individuos que componen la Corporación, rompió la carrera el Alguacil Mayor y dos alguaciles, cada uno en sus respectivos caballos, y tras éstos prosiguieron los señores convidados y a éstos seguía el Cuerpo del Ayuntamiento, empezando por sus maceros con vestiduras y sombrerillos de damasco carmesí, todos nuevos, con sus mazas de plata. Después los dos Secretarios, los cuatro del Estado noble, Procuradores, Diputados del Común y Caballeros Capitulares, y tras estos , cerrando la carrera, el referido señor Gobernador, y en medio de éste y del señor don Eugenio Zuazo, que hacía las veces de Decano de este Ayuntamiento, el Regidor don Ramón Montero, vestido de gala, a su frente dos volantes muy bien vestidos con sus bastones, y seguidamente los demás individuos del Ayuntamiento".

Los cuatro reyes de armas iban con sus vestiduras encarnadas en damasco, galoneadas de plata sus orillas, con golilla, cetro y corona, y pendientes del cuello, con ricos lazos de cinta, las armas reales que caían sobre el pecho; detrás del Real pendón y Cuerpo del Ayuntamiento iban a caballo sus criados, prosiguiendo a éstos dos coches de respeto bien adornados, vestidos de gala sus cocheros y lacayos."

La comitiva dio la vuelta a la Plaza Mayor y llegando a un tablado que se había preparado al efecto, el Regidor profirió en alta voz: "Castilla, Castilla, Castilla por la Señora doña Isabel segunda, que Dios guarde". Y enarbolando y tremolando a este tiempo el Real pendón, contestaron todos: "Viva, viva, viva" , repitiéndolo muchas veces, demostrando gran regocijo y alegría. Los reyes de armas arrojaron a las gentes puñados de monedas de todas clases.

Continuó la comitiva por diversas calles de la ciudad, y allí donde se había montado un tablado se repetía el mismo ceremonial. En el itinerario del recorrido se citan la Plaza de la Catedral, plazuela del Corral de Campanas, convento de Santo Domingo, plaza de San Ildefonso, Iglesia de San Simón, Puerta de las Ollas, Plaza del Cuartel de Abajo, Balborraz, Renova, Santa Clara, Calle del Estudio, San Torcuato, hasta regresar a la Plaza Mayor.

Un itinerario que, aunque han transcurrido muchos años, podemos identificar fácilmente porque todavía subsisten los mismos nombres de calles.

Sin duda, el desfile y todos los actos de proclamación de la Reina fueron brillantísimos, pero las arcas municipales debieron quedar exhaustas con tanto derroche.