si España fuera la democracia ejemplar de la que presumen sus propagandistas, Mariano Rajoy habría dimitido hace tiempo, y en cualquier caso tras la sentencia del "caso Gürtel" conocida el jueves. Nadie puede continuar gobernando un país que quiere estar orgulloso de su sistema político cuando un tribunal, en una sentencia de más de mil páginas, ha puesto en duda su credibilidad como testigo, y ha incluido a su partido en un entramado corrupto. Más todavía sabiendo que nuevos disgustos judiciales están al caer.

Pero Mariano Rajoy no piensa dimitir, porque el verbo no forma parte de su diccionario. En ese aspecto el presidente del Gobierno se instituye en conspicuo representante de la cultura política más tópica y envejecida (pero vigente) de la piel de toro, que por pura hidalguía prohíbe la renuncia y predica la inquebrantable adhesión, o adherencia, a la cátedra y a la poltrona hasta el día en que los forenses arrancan los restos del titular con una espátula.

Como Mariano Rajoy no va a dimitir, porque está en su naturaleza el no hacerlo, el Gran Consenso exige elecciones anticipadas para que las gane Albert Rivera, este antiguo socialdemócrata mutado en liberal que tras denunciar la perversidad del nacionalismo catalán pretende ahora adelantar al mismísimo Aznar en nacionalismo español. Constitucional, por supuesto.

Los actualizadores de las grandes dudas de la generación del 98, tras preguntarse una vez más qué es España, han resuelto que España es su Constitución, y por ello el patriotismo constitucional es la forma políticamente correcta que adopta el nacionalismo español en el actual periodo democrático. Nacionalismo del bueno, claro está. En la causa, Rivera aspira a ser el gran campeón y no pide perdón. Orgullo patrio tras tanta vergüenza y desvergüenza.

Pedro Sánchez ha movido la ficha de la moción de censura para salir en la foto, pero no tiene periódico en Madrid y el Gran Consenso no está por la labor. Predica la convocatoria inmediata de elecciones para que el final de etapa del PP no alboree una era roja en la que tengan un papel determinante las temibles huestes de Podemos. Pero, ¿y si la moción de censura fuera la única forma posible de conseguir algún tipo de adelanto electoral?