tras la demoledora sentencia de la Audiencia Nacional, la pregunta que se hace la gente es si don Mariano Rajoy podrá resistir las peticiones de dimisión que le llueven. Excepto (de momento) su propio partido, el resto del arco parlamentario y la mayoría de los medios son unánimes al pedirle que renuncie a la presidencia del Gobierno. Cualquier otro ya hubiera dimitido, pero sabiendo que su forma de estar en política parece guiada por el lema que hizo famoso Camilo José Cela: "en España el que resiste gana", hay que pensar que intentará aguantar los golpes que ahora lo tienen al borde del KO. Igual que hace un boxeador en apuros, agarrándose al contrario, buscando alivio entre asalto y asalto y ganando tiempo a la espera de una más que problemática recuperación. Aunque sin tirar nunca la toalla.

Lo tiene difícil, pero su trayectoria política permite vaticinar que esa es la opción que ha escogido. Cuando sufrió en 2008 la segunda derrota electoral contra Zapatero, un sector de su partido, encabezado por Esperanza Aguirre, estuvo a punto (figuradamente, claro) de empujarlo a la calle desde el balcón de Génova. Pero resistió, y luego vino el congreso de Valencia, y su tercera candidatura a la presidencia del Gobierno en 2011, que acabó ganando por mayoría absoluta. Fue una legislatura complicada, con las finanzas a punto de ser rescatadas por la UE, intensa contestación social, abdicación del Rey Juan Carlos e incremento de las pulsiones separatistas en Cataluña. Y toda esa tensión desemboca en las elecciones de 20 de diciembre de 2015, en las que el PP se convierte en la fuerza más votada de un sistema parlamentario renovado que liquida el bipardidismo imperfecto que regía desde el inicio de la Transición. La imposibilidad de formar un gobierno estable convierte a Rajoy en presidente interino mientras no se convocan nuevas elecciones el 26 de junio de 2016, en las que consigue una más cómoda mayoría relativa que le permite prolongar su etapa de gobierno haciendo equilibrios con los presupuestos y con el desafío independentista catalán. Hasta hace cuatro días que el impetuoso y poco reflexivo secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, presenta una moción de censura para la que no tiene más garantías de éxito que la que le puedan prestar Podemos y los partidos independentistas.

Llegados a este punto habrá que preguntarse como en las antiguas series de misterio por capítulos: ¿escapará el señor Rajoy de esta situación tan comprometida? Es complicado adivinarlo. Por lo que se dice en los medios la estrategia del acosado presidente tenderá a crear dos estados de opinión. De una parte, alegar que la corrupción del PP procede fundamentalmente de la etapa de Aznar. Y de otra, que con la moción de censura el PSOE se alía con los que quieren "romper España". El equilibrismo de Rajoy me recuerda la famosa película de Harold Lloyd, " El hombre mosca", en la que el protagonista luchaba por no caer al vacío agarrándose a la fachada de un edificio. Y al final, tras una larga y angustiosa secuencia, lo consigue.