Seguramente algo tiene que ver el significado del dicho popular "con pan y vino se anda el camino", con el símbolo elegido por Jesús en la Santa Cena para despedirse de los amigos: el pan como símbolo de su carne y el vino de su sangre. "Tomad y comed todos de él? Tomad y bebed todos de él", como sigue recordándose en la Eucaristía. El refrán nos quiere decir que para caminar por la vida no se necesitan grandes cosas, sino que nos basta con pan para alimentar el cuerpo y vino para alegrar el espíritu; es decir, alimentos básicos como el pan, y ánimo representado por el vino que alegra la pajarilla.

Además de todos los días en cada misa y en miles de sitios, una vez al año la Iglesia Católica celebra el Corpus Christi de manera especial, saliendo en procesión por las calles con la custodia que protege el Cuerpo de Cristo representado o reencarnado si hay fe por la hostia que, como con el tiempo pasó a ser un taco o palabrota en el lenguaje coloquial refiriéndose a un hecho asombroso, "sois la hostia", por respeto se suele denominar "sagrada forma".

Este año en Zamora, el camino que recorre tradicionalmente la procesión del Corpus se ha alterado por el vallado de una casa en la Rúa, como ya pasó con las procesiones de Semana Santa, y sobre todo porque en la Plaza Mayor donde finalizaba la procesión estará instalada la feria del libro, un compromiso previo que ya tenía contraído el Ayuntamiento con los libreros.

Y esto origina un pequeño conflicto en el que en lugar de compartir el final del camino porque la razón y la fe no son incompatibles, se ha resuelto por parte de los organizadores suspender el desfile y celebrar la fiesta sólo en la Plaza de la Catedral.

No sin advertir a la vez a los católicos que "tomen nota de la sucedido" para que no vuelva a repetirse otro año. Una clara alusión al dicho popular "arrieros somos, y en el camino nos encontraremos".

Si no caben todos en la Plaza, bastaría un pequeño cambio en el lugar donde acabe la procesión para que pudieran desfilar los niños y niñas que han hecho la primera comunión, y el cuerpo de Cristo dentro de ellos y en la custodia, y con todos los gigantes y cabezudos típicos al son de la flauta y tamboril.

Esto no supondría un cambio tan importante y por un año, si tenemos en cuenta que la procesión del Corpus no se instauró hasta 1.246 años después de Cristo, y que las tradiciones religiosas se están cambiando continuamente.

Porque los caminos se han hecho para encontrarse, y la religión católica ha dado pasos suficientes a lo largo de su historia para acompañar a la gente adaptándose a los cambios sociales sin perder su identidad. No hace tanto que el propio Corpus que era uno de los "tres jueves hay en el año que relucen más que el sol" junto con el Jueves Santo y el día de la Ascensión ha pasado a celebrarse en domingo porque dejó de ser festivo en el calendario. Antes dejó de ser llamado Corpus Christi en el momento de la comunión para que el cura preguntara en castellano por "el Cuerpo de Cristo, amén" que además se da en la mano porque puede tocarse y no directamente en la lengua como cuando éramos tan jóvenes y nos íbamos a confesar si tocábamos con los dientes sin querer -menudos paletos tengo yo- la hostia.

Un paso adelante en el camino común hacia la igualdad es el papel que se atribuye a la mujer dentro de la Iglesia Católica, del cual no es el más importante la participación en las procesiones de Semana santa, aunque también está costando lo suyo romper con las viejas tradiciones que las excluían ¿Verdad, señor Obispo?

Además, como "los caminos del Señor son inescrutables" según sus propias palabras, a lo mejor descubríamos que era bueno compartirlos con los libreros, que podrían exponer libros de temas religiosos, o se encontraba un marco mejor para la celebración. Porque la ciudad tiene lugares muy bonitos por los que, como en las preguntitas sobre Dios de Atahualpa Yupanqui, "por su casa no ha pasado tan importante Señor".

Así que por compartir fiesta con los libreros o por cambiar de Plaza un año no hacía falta dar cuenta a los católicos? Primero porque no lo hemos hecho con mala intención -¡ahí va la hostia, que coincide con el Corpus y no nos hemos dado cuenta! (No he podido reprimir el chiste fácil)-. Y sobre todo porque efectivamente arrieros y arrieras somos, y habrá que compartir el pan y el vino sobre todo con los más pobres de la tierra como dijo Cristo, para andar el camino. Ahí nos encontraremos.

Así que, como en la Plegaria al Labrador de Víctor Jara, que se dirige a los que manejan el curso de los ríos y siembran el vuelo del alma, estrechemos las manos para hacer las paces, y a partir de ahí como arrieros que somos: "Juntos iremos unidos en la sangre / ahora y en la hora de nuestra muerte/ Amén."

Disculpas por el error, salud y tengamos la fiesta en paz: con el pan y el vino para los que necesitan seguir caminando.