Se nota ciertamente acelerado el pulso de Albert Rivera. No sé si es producto de ese subidón permanente que le proporcionan las encuestas, lo cierto es que se muestra respondón e intransigente. No es lo mismo gobernar que estar en la oposición. No es lo mismo ver los toros desde la barrera que en la arena. Se muestra tan escrupuloso cuando de echar en cara al Gobierno y al partido que le sustenta, todos sus casos y sus cosas, que resulta un tanto extraño que no haga lo propio en Andalucía con el PSOE que arrastra la larga, larguísima cadena del caso de corrupción más impresionante de Europa, el de los Ere. Pero, coñe, parece que lo de Andalucía lo asumiera, considerándolo peccata minuta cuando no es así.

El señor Rivera, que tiene madera de buen orador pero a veces se precipita buscando, no me cabe duda, el desgaste del presidente del Gobierno y del Partido Popular, le echó un pulso al Gobierno con el anuncio de la ruptura de su apoyo a la aplicación en Cataluña del artículo 155 de la Constitución. La justificación esgrimida por el líder de Ciudadanos fue el rechazo a que no hubieran recurrido en el Tribunal Constitucional el voto delegado en el Parlamento catalán de Carles Puigdemont y de Toni Comín. En este caso, Rivera no midió correctamente sus fuerzas. Ante decisiones de ese calibre, el Gobierno, como hace siempre, consultó a los servicios jurídicos sobre esa posibilidad. La respuesta no dejó margen a la duda ya que el informe de la Abogacía del Estado desaconsejó esta impugnación por varios motivos, entre ellos el de que los facultados para emprender esa acción eran los diputados catalanes, como la señora Arrimadas, y no el Gobierno.

El patinazo de Rivera ha sido mayúsculo. Podía haber empezado por informarse antes de lanzar al vuelo las campanas de su desaprobación. Tribunal Constitucional y Tribunal Supremo desaconsejaron la impugnación que exige Rivera y no hay más cáscaras ¿Tribunales sí o Tribunales no? Las medias tintas no valen. Entiendo el enfado de Rivera, enfado con la Cataluña independentista que le persigue y escrachea, entiendo su malestar, lo entiendo todo porque vivir en Cataluña para un español es una heroicidad, pero hay que ser consecuente con lo que se dice y se hace. Para unas cuestiones lo que digan los tribunales es poco menos que palabra de Dios y para otras, se pasa de ellos en función del interés que se tenga. Si no estaba informado tampoco es un eximente. Era su obligación.

Muchos querían haber enviado los tanques a Cataluña en pleno procés, pues no señor. Eso era lo que hubieran querido los independentistas para configurarse como los mártires, como los perseguidos que no son, echándonos encima a la opinión pública internacional. Hay otras vías. Nos enteramos ahora de que Puchimón podría ser inhabilitado por no declarar sus bienes a Hacienda. Los altos cargos de las instituciones catalanas están obligados a presentar, junto a la declaración de actividades, la declaración patrimonial y de intereses en tres meses a contar desde la toma de posesión, cosa que Puchito no hizo nunca. Hay que dejar que los hechos hablen por sí solos porque, por sí solo, Puchimón acabará cayendo y con él todos los sediciosos y los 'caganer' de lazo amarillo. A esos es a los que en verdad el señor Rivera debe echar un pulso permanente.