Vaya, no me gusta poner un título tan largo, prefiero que esta colaboración quincenal que ya dura cinco años, sea encabezada por menos palabras, pero no he querido evitarlo; se trata de la respuesta que ha dado el ministro francés de educación, Jean Michel Blanquer, a la pregunta de un periodista sobre qué tarea esencial debe afrontar la escuela, dijo: "leer, escribir, contar y respetar al otro". Hacía tiempo que no veía en un político palabras tan atinadas, me parecen más relevantes porque proceden de Francia, país especialmente celoso con el respeto por lo público, con lo de todos. Si pasa allí seguro que tendrá eco en otros países europeos, también en España.

Desde hace unos días me había propuesto referir estas líneas a una de las semanas más bonitas y alegres del año por la avanzada primavera, las buenas temperaturas, la luz y porque celebramos el Día Internacional del Libro. También se entrega el premio Cervantes que este año recibió el nicaragüense Sergio Ramírez. Pronunció un bello discurso del que entresaco una frase reveladora: "Una novela es una conspiración permanente contra las verdades absolutas". Se lo recuerdo a mis alumnos porque la filosofía también tiene ese cometido.

En estos días suelo mostrarles algún libro que me haya gustado, por ejemplo "Orfancia" de Athos Zantini, una maravillosa novela, perfecta en la creación de situaciones hilarantes, muy divertida y también intrigante. Trata sobre educación y padres que se ven superados por un niño muy peculiar. También les hablé de "Rendición" de Ray Loriga, una historia dura sobre un futuro sobreprotegido y trasparente en el que no proceden los recuerdos ni la intimidad. Se trata de una distopía inquietante, quizás demasiado próxima a nuestros tiempos. Como estamos trabajando en filosofía de Bachillerato las éticas de la felicidad, les he mostrado el precioso texto, "Filosofía para la felicidad" de Epicuro, que contiene dos presentaciones brillantes, una del especialista García Gual y otra de Emilio Lledó, profundo conocedor del epicureísmo y de todo lo que tiene que ver con la filosofía clásica y la educación.

Les recuerdo que en la ética aristotélica encontramos una segura orientación para conducir nuestra vida felizmente. Se trata de buscar el conocimiento, de mantener la curiosidad y el interés por lo desconocido; vivir expectante, les dije, así no cabe el hastío. Esa expectación tiene mucho que ver con el lenguaje, con cómo nos relacionamos con el mundo, cómo lo llamamos. Si vivimos obsesionados con ganarnos la vida, seguramente ese sea el camino más directo para perderla. Estamos fallando como comunidad, el sistema parece querer convertirnos a todos en perfectos consumidores y pragmáticos productores. Errores que podemos enmendar si nos enriquecemos con otras palabras y discursos diferentes. Rompamos con el tedio al que el vago clic informático nos empuja, el imperio digital se está convirtiendo en una amenaza muy seria para el ejercicio libre de la racionalidad. Urge comenzar si no se ha hecho ya con la lectura sistemática de libros, de ella dependerá nuestra madurez intelectual y nuestra felicidad.

Resulta crucial leer y escribir correctamente, como apuntaba el ministro galo. De esa forma podremos aumentar la afición a la lectura de nuestros alumnos de instituto, porque algunos llegan a la ESO con unos niveles bastante deficientes tanto en lectura como en escritura. Si no dominamos con soltura la lengua todo lo construido se asentará sobre precarios cimientos y el edificio se derrumbará. Mis alumnos de bachillerato leen en voz alta en clase, quiero que se escuchen y se den cuenta de sus fallos. He comprobado que la tercera parte lo hace con alguna dificultad. No culpo al alumnado por estos problemas, responsabilizo a la administración educativa que nos abruma con variopintas evaluaciones, con protocolos, rúbricas y otras nimiedades, pero no se atiende a lo fundamental: aprender a leer y a escribir. En Francia están haciendo algo y nuestro ministro del ramo también, está cantando con los legionarios algo sobre un novio de la muerte. Le acompañan más ministros del gobierno de M. Rajoy. Son tan patéticos que dudo merezcamos semejante maltrato.

Para terminar, una exhortación de Epicuro de hace nada menos que veintitrés siglos, alude a respetar al otro, aprendizaje imprescindible antaño y hoy mismo: "Apreciamos nuestras costumbres como algo que nos es propio, tanto si las tenemos por buenas, y somos admirados por los demás, como si no. Del mismo modo es preciso apreciar las de nuestro prójimo, si es honesto".