Lo que algunos vendían prácticamente como una cumbre de Estado sobre despoblación y medio rural fue, simplemente, un acto preelectoral más. Más que por ninguna propuesta o medida firme, se recordará por la polémica en torno a la entrega de la capa alistana al presidente del Gobierno, por mucho que éste no acuda a Zamora en calidad de tal, sino de presidente de su partido.

Empezando por la anécdota, que al final será lo esencial del encuentro, no comparto la oposición de muchos a que se le regale una capa alistana al presidente del Gobierno, sea éste quien sea y con independencia del partido político al que pertenezca. Uno de los problemas de la sociedad española es su componente cainita y la falta de respeto hacia nuestras figuras institucionales. Es de agradecer, eso sí, que se haya aclarado que quien entrega no es la entidad asociativa que divulga su existencia sino la entidad política, mancomunidad de municipios. Ello teniendo en cuenta las circunstancias que preceden al evento.

Así, cuando hace dos años la asociación decidió entregar la capa de honor al expresidente socialista de Castilla y León Demetrio Madrid, Martínez Maíllo y su guardia de corps movilizaron tal absurdo y desproporcionado nivel de presión que la asociación se dejó arrastrar por la coacción y para tener la fiesta en paz decidieron que la del siguiente año sería para el coordinador nacional del PP. El acto de la entrega a éste se convirtió en una invasión de cargos populares de la provincia haciéndose fotos para las redes sociales vestidos con la capa al más puro estilo de Berlanga.

Uno de los problemas de la política es su tendencia -por pulsión totalitaria o temor del mediocre a perder el poder- a controlar todo ámbito de actuación de la sociedad civil. El efecto de ese empeño controlador es, indefectiblemente, el caciquismo. El resultado de éste, el adormecimiento y fuga del capital humano y, finalmente, el empobrecimiento social, económico y demográfico. En este contexto no tiene fácil encaje en las mientes de los zamoranos que el partido que más tiempo ha gobernado en Castilla y León y el segundo a nivel nacional venga a convencernos de que es el único que puede traernos esos mejores ropajes que solo los tontos no pueden ver, ahora que muchas voces, ya no solo el niño del cuento de Andersen, se unen para decir "el rey está desnudo".

Difícil que nos convenzan los muñidores de la visita, cuya vocación por el bien de Zamora está aún por descubrir, o un Rajoy que, sin demasiado aprecio, ventiló su intervención en raquíticos minutos, expuso algunos, no menos vanos que manidos argumentos, confirmó el horario del nuevo AVE y derivó a que en toda Europa ocurre lo mismo y a que tras la crisis, hoy las cosas han "cambiao". "De Zamora hablaremos otro día", debió pensar. Mitin a la postre, pero tan parco que quizás debería titular no "El mitin de la capa", sino "La capa del mitin".

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