Los soldados cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado y apartaron la túnica. Era una túnica sin costuras tejida toda en una pieza de arriba abajo. Y se dijeron: "No la rasguemos, sino echémosla a suertes, a ver a quien le toca". Así se cumplió la Escritura: "Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica".

Si bien Jesús era pobre, su vestidura era costosa porque se la habían realizado las mujeres de Judá creyentes y le dieron lo mejor.

Cuando Jesús es enviado a Pilatos, lleva una túnica blanca y sin costuras y además le habían colocado una capa púrpura sobre los hombros.

Jesús ya estaba en lo alto de la Cruz, y los soldados sentados ante la capa extendida en el suelo comenzaron a echar los dados para jugarse la túnica. El Crucificado los miraba pareciendo que tenía parte en el juego y es que se estaba echando a suertes la dignidad, la pureza y la salvación de la humanidad. Jesucristo se jugaba la vida para redimir a los hombres.

Dos mil años después, cuando llega la Semana Santa, se conmemoran muchos detalles de la Pasión con desfiles procesionales de imágenes que representan la Tragedia del Gólgota.

Otra forma de conmemorar los hechos del Calvario, es la tradición que hay en muchas localidades de jugar a las "chapas" o a las "caras".

En Castilla y León esta costumbre está regulada legalmente. El Reglamento regulador del juego de las chapas, aprobado por Decreto 9/2002, de 17 de enero, establece las normas para autorizar que se celebre este juego en los lugares que se desee. Las personas responsables, Organizador y Baratero deben presentar con la suficiente antelación los documentos que señalan en la normativa. De conformidad con ello, se han concedido permisos para esta actividad a las localidades de Santa Cristina, Burganes, Castrogonzalo, San Cristóbal y Benavente. También se han autorizado otros lugares de la Comunidad hasta un total de ciento cuarenta y cinco licencias.

Las chapas es un juego de azar en el que, básicamente, se apuesta dinero a la posibilidad de que salga cara o cruz, como resultado de tirar dos monedas al aire, monedas que solían ser dos "perras gordas" (moneda de diez céntimos). Se cuenta de partidas legendarias en las que se apostaron grandes sumas de dinero, propiedades e incluso "a la mujer o la hija".

El juego de las caras es otra tradición similar que se celebra el Viernes Santo en Calzada de Calatrava. Fue declarado Fiesta de Interés Turístico Regional de Castilla-La Mancha en 1993.

En ambos casos, se atribuye el origen de estos juegos a cuando los romanos despojaron a Jesús de sus vestiduras y se las jugaron a los dados; hay otra versión de que Judas se jugó las treinta monedas con las que entregó a Cristo.

El juego de cara o cruz es antiquísimo, puesto que los primitivos romanos ya decían: "capita aut navim" (cabeza o nave), porque la moneda tenía de una parte una cabeza humana y en la otra una nave, que representarían sin duda la cabeza de Jano y la nave con la que pasó a Italia esta divinidad.