El próximo domingo 18 de marzo celebraremos el Día del Seminario, una fecha que sirve cada año para prestar un poco más de atención a las vocaciones sacerdotales; una necesidad apremiante de la Iglesia en Europa y que, sin embargo, muchas veces solo tenemos presente una vez al año cuando llega la campaña del Seminario o para recordar la falta de sacerdotes para cubrir el problema de los horarios de Misa.

La necesidad de las vocaciones sacerdotales, sin embargo, debería ser una inquietud diaria de los cristianos, pues en los sacerdotes -en colaboración fraterna con laicos y consagrados- el Señor sigue guiando a su pueblo, y no solo a los creyentes; pastores que lleven la misericordia de Dios a un mundo que siempre necesita del amor del Padre.

La campaña de este año, en relación con el próximo Sínodo, pone el acento en el papel del sacerdote como apóstol para los jóvenes. Y es que el seminarista es un joven llamado a servir a todos, y especialmente a los jóvenes en cuanto que con ellos compartimos nuestro mundo y camino: nuestros hermanos, nuestros amigos, nuestros compañeros de generación... es más, no podemos no ser apóstoles en el contexto en que nosotros mismos somos.

Lo que ahora se denomina como curas y seminaristas "millenials" no es algo nuevo: nuestra vocación es en un tiempo y espacio concreto. Si nosotros -los llamados a la vocación sacerdotal- hemos encontrado en el seguimiento de Jesucristo el camino de la felicidad, ¿cómo no vamos a anunciarlo a nuestros hermanos de generación? Apóstoles para los jóvenes, con los jóvenes y entre los jóvenes para seguir construyendo la Iglesia, una Iglesia que no busca a los jóvenes por miedo a envejecer, sino porque el proyecto de Jesús está abierto a todos y tiene una actualidad permanente.

Por esto, entre todos, jóvenes y mayores, asumamos la responsabilidad de motivar a jóvenes a tomar las riendas de su vida; recuperando la elevación de la mirada hacia una Felicidad plena, que no se reduce a los puestos, las salidas laborales o la estabilidad económica; en ese marco surgirán jóvenes llamados a la entrega generosa, que a buen seguro en más de uno tomará la forma de la vocación sacerdotal.