Las ramas juveniles de algunos partidos y pseudopartidos vinculados fundamentalmente a grupos radicales, independentistas y formaciones populistas acumulan un rencor, un odio y una mala leche inconcebible en gente joven que se supone sana y sin prejuicios de género, de origen, de religión y de ideología. Aferrarse al odio como hacen algunos, en lo individual y en lo colectivo, es como tomar veneno y esperar que la otra persona muera. La frase se atribuye a Buda. Sostiene Paulo Coelho que "los que te odian son admiradores secretos que no entienden por qué tantos te aman". Cuanta verdad encierra la reflexión del genial novelista y dramaturgo brasileño. Es un buen terreno para el psicoanálisis.

Es verdad que no ofende quien puede sino quien quiere. Hombre, por querer, se pueden hacer y decir verdaderas barbaridades. Poder es otra cosa, hay que argumentar y hacerlo libre de todo sentimiento de odio y sin la rabia, la ira y la agresividad que acompañan habitualmente a ese fenómeno nada recomendable que no permite ver con claridad y sentir con objetividad. Estoy convencida de que cuanto más pequeño es el corazón más odio alberga. Vivir de forma casi permanente en ese estado debe ser horrible para quien tiene tan nula capacidad de empatía y sólo es capaz de albergar un sentimiento destructivo que se acompaña con una profunda antipatía, aversión, enemistad, repulsión y el deseo de destruir al objeto del odio. Pobrecicos los que viven en ese empeño.

Pobrecicos los agrupados en Arran, rama juvenil vinculada a la CUP. Tienen que ser muy desgraciados para vivir en un permanente fomento del odio al contrario. Estos días se han despachado a gusto colgando, en el barrio barcelonés de Les Corts, pancartas y carteles en los que, junto a la imagen de Francisco Franco, aparecen Inés Arrimadas de Ciudadanos y Alberto Fernández Díaz, del Partido Popular bajo el eslogan: "El Estado apunta y el fascismo apuñala". ¿Hay peor fascismo que el que ejercen todos estos que permanentemente levantan el índice acusador para señalar al de enfrente pero nunca para señalarse a sí mismos a pesar de tener más defectos que una pelota picuda?

No conformes con señalar, abogan por ahogar el fascismo. Qué fascismo ¿el que ellos representan? Tan agresivo, tan iracundo, tan violento. Es como una blasfemia permanente, es pura violencia de ideología. Una violencia que hay que empezar a estudiar y combatir, desde luego no con las mismas armas, pero sí con los mecanismos y resortes que facilita el estado de derecho. Ya saldrá algún voluntario (me la suda) hablando de libertad de expresión. Para Arran. Porque si se le ocurre hacer lo mismo a Ciudadanos o al PP, la CUP ya habría salido a la palestra pidiendo las cabezas de Arrimadas y Fernández Díaz.

Me quedo con los de Tabarnia. Por lo menos son más ocurrentes, más divertidos, no odian y por lo tanto ni rencor, ni ira, ni agresividad, ni enemistad. Con la salida de Arran, se ve bien a las claras que Podemos apunta y la CUP apuñala.