Esta semana asistiremos a un sinfín de actos con motivo del Día Internacional de la Mujer, que celebraremos el jueves 8 de marzo. Actos a los que deberíamos acudir todos y todas, indistintamente de que seamos hombres o mujeres, pues las batallas de quienes aspiran a conquistar los mismos derechos que otros sectores de población también deberían de ser nuestras luchas personales y colectivas. Sirvan estas premisas para agradecer el respaldo que he recibido durante los últimos siete días de muchísimas personas a la crítica que realicé en la columna del pasado domingo a las mujeres de "Nosotras Zamora", plataforma que supuestamente aspira a conquistar el cielo de la igualdad social dejando al margen a muchos hombres que han estado y seguimos estando comprometidos hasta los tuétanos con remover los obstáculos que impiden que las desigualdades entre unas y otros se reduzcan y desaparezcan.

Por eso sigo aquí, para decir en voz alta, con todas mis energías, que estoy con las mujeres en la defensa de sus derechos. Porque estoy convencido de que las mujeres necesitan a los hombres tanto como los hombres a las mujeres para alcanzar sus deseos. Eso sí, trabajando codo con codo para eliminar las barreras, los estereotipos, las leyes, las tradiciones, los chistes, etc., que reflejan las diferentes expresiones de desigualdad que aún siguen separando a unas y otros. Desigualdades que se observan tanto en los pueblos como en las ciudades, en el norte y en el sur, tanto si recorres Galicia como si te trasladas a las Islas Canarias, Cuenca o Guadalajara. En todos los ámbitos y territorios aún persisten relaciones de explotación y de privilegio, cierres sociales, exclusiones múltiples y situaciones contradictorias de entender las relaciones sociales entre unas y otros. Y claro, quienes hemos crecido en ambientes rurales, donde las desigualdades estaban a la orden del día, no podemos permanecer al margen y en silencio. Hay que hablar alto y hacerse oír.

Pero debe realizarse sin exclusiones, con la participación de todas las personas. Porque las luchas por la igualdad y los frutos que con tanto esfuerzo se han ido obteniendo en la historia de la humanidad hubieran sido impensables sin la complicidad de unos y otras. Quienes pretendan hacer la guerra por su cuenta y crean que es posible alcanzar la tan deseada igualdad entre los sexos dejando al margen de estos sueños a la mitad de la población, se equivocan. Es comprensible que algunos colectivos llamen la atención para que los que aún no ven ni quieren escuchar que la desigualdad sigue estando presente en nuestras vidas se enteren de una puñetera vez. Pero ojo con los métodos excluyentes, que pueden herir las sensibilidades de muchas personas sensatas y comprometidas con la igualdad, personas que luchan, en su día a día, por conseguir los mismos objetivos. Por tanto, flaco favor se hace a la conquista de la igualdad dejando al margen a muchas personas que también quieren alcanzarla. Por eso estoy aquí, con las mujeres que sueñan y pelean por un mundo mejor.