La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días

Benjamin Franklin

Leía, en días pasados, un artículo relacionado con el consumismo de la sociedad actual y ello me ha hecho reflexionar sobre el vacio interior que, el consumo desmesurado de bienes materiales, produce en las personas, al no afectar al disfrute de las emociones positivas que nos produce la amistad, la conversación, el recuerdo de buenos momentos vividos en grata compañía, una comida, una buena sobremesa, un buen paseo, etc..., en definitiva todo aquello que nos produce una satisfacción distinta y duradera, distinta de la que nos producen los bienes materiales, que a veces nos atan porque ansiamos lo que no podemos tener y si se aspira a su tenencia, se entra en la espiral de la trampa consumista que atenaza a muchas personas en la sociedad actual.

Hemos de ser realistas y tener presente que una vez tenemos cubiertas nuestras necesidades elementales o básicas, presumiblemente podemos vivir con mucho menos de lo que realmente tenemos, pues ,en multitud de ocasiones, hemos oído decir a personas que han superado el consumismo que para vivir necesitan poco, y lo poco que necesitan lo necesitan poco, basándose en el pensamiento de san Francisco de Asís.

San Francisco de Asís es el prototipo de persona desprendida de lo bienes materiales, rechazó la sociedad de su tiempo que sólo pensaba en el propio bienestar y se desentendía del malestar de las personas de su entorno, en cambio para san Francisco de Asís, todos eran sus hermanos.

El consumismo que existía entonces existe ahora. La sociedad te aplaude cuando te va bien y te ignora cuando fracasas.

Hemos de valorar el sentir, el pensar, el ser y olvidarnos del tener simplemente por el tener, pues, disponiendo de lo suficiente para vivir con dignidad, el esto nos sobra, hemos de prescindir de la sociedad que pone por meta el tener y no el ser. Hemos de reflexionar y no hipotecar nuestras vidas, que son mucho más valiosas que el tener por el simple hecho de tener.

Espero que estas líneas nos ayuden a reflexionar sobre el consumismo de la sociedad actual y establecer a nivel personal una serie de prioridades, tales como cultivar nuestra vida interior, disponer de tiempo libre para la lectura, para el paseo, disfrutar de la compañía de nuestros amigos y tratar de vivir con lo esencial, pues, lo verdaderamente importante, lo que nos produce placer verdadero, no se puede comprar ni vender, al estar fuera del comercio de los hombres.

El tener más bienes o dinero, no oda más felicidad. Debemos desatarnos de las cosas que nos hipotecan y nos resultan superfluas, al tener cubiertas las necesidades elementales y básicas diarias, que nos permitan vivir con dignidad.

Nuestro objetivo debe ser conseguir la felicidad, conseguir un equilibrio interior, vital, una satisfacción personal, que no nos da el consumismo. Hace pocos días los niños han recibido los regalos de los Reyes Magos y hemos podido observar en los telediarios su reacción, reacción propia de la sociedad consumista, donde se pone de manifiesto el placer de un tener caprichoso, del disfrute aquí y ahora, del me gusta o no me gusta y si no me gusta lo aparto, lo rechazo.

Aprendamos a disfrutar de lo que verdaderamente merece la pena, que no puede comprarse con dinero. Espero que, estas líneas, nos sirvan para reflexionar y tratar de conseguir ser felices con las pequeñas cosas y placeres de cada día. Disfrutemos de las emociones positivas y busquemos significado a nuestra vida.

Pedro Bécares de Lera