No lejos de donde escribo estas líneas nació para el mundo un nuevo continente, si se entiende nacer, el carácter que tiene la primera noticia de algo nuevo o sorprendente. A primeros de Marzo de 1493 llegaba a Galicia la primera noticia del descubrimiento de América. En el pequeño pueblo pesquero de Baiona (Pontevedra) atracaba la carabela La Pinta al mando de Martín Alonso Pinzón. Se da la casualidad que la nave capitana, La Santa María, se llamaba "la gallega" y fue rebautizada con el nombre santo por ser la carabela principal.

Aunque poca gente pudo entender el alcance de tan feliz suceso, enseguida corrieron cartas con la noticia. Incluso el propio Alonso Pinzón quiso hacerse protagonista del evento, en detrimento de Colón, que hizo valer su rango en la expedición marítima a pesar de llegar a España días más tarde. La historia del descubrimiento pues, se escribe en el margen de dos pueblos: el de Palos y el de Baiona. El protagonismo de la gente de Palos fue un tanto a su pesar pues parte del contingente humano que se embarcó procedía de allí, en razón del pago de una multa del municipio contraída con la corona. De hecho los marineros de Palos fueron embarcados con antelación para evitar deserciones.

Todo el preparativo del viaje fue largo y al final un poco atropellado y aunque Colón logró arrancar a los reyes promesa de virreinatos y capitanías, lo cierto es que la expedición partió con menos barcos y recursos que los que invertían los portugueses, por entonces, en sus exitosos viajes que lograron doblar el cabo de las tormentas, al sur de África, nombrado después como cabo Buena Esperanza. En el caso de la gente de nuestras carabelas, la esperanza de llegar a tierra firme iba menguando conforme pasaban los días. Como no había calendarios, el que regía era el de Colón, al que quitó días para hacer perder cuenta de los mismos a la marinería que empezaba a impacientarse con peligro de motín.

Todavía hoy, prodigio parece no sólo que tres cáscaras de nuez- las carabelas- pudieran llegar tan lejos, pero no menos milagroso parece todo el largo camino de avances y retrocesos en lo que luego acabó como "Las capitulaciones de Santa Fe".

Es sabido el apoyo de la reina Isabel, a pesar de informes desfavorables de geógrafos y marineros expertos. La reina católica tenía fuertes convicciones y una gran seguridad de mando. Puede que la esperanza de ganar nativos para la fe cristiana decidiese mucho en el apoyo final que estaba refrendado por los monjes de La Rábida. La reina era devota y creía en un proyecto político que al principio tenía pocos adeptos pero contaba con el apoyo de la Providencia para sus planes de gobierno desde el principio. Cuando celebra con sus monjas de Tordesillas la decisiva victoria en la batalla de Toro habla de la "divina retribución". El apelativo de católica, lo llevaba con merecimiento y orgullo, concedido por un papa español: su santidad Alejandro VI, aunque con poco de santo.

Decía que el día tres de marzo Baiona celebra la fiesta de la histórica arribada. Muchos años después, el mismo día, mis padres celebraron la llegada al mundo- en un lugar sin otro mar que el de las espigas- de quien escribe. Curiosa coincidencia. La noticia no pasó del círculo familiar y vecindario. Ahora la llegada de un nuevo ser al mundo- en el mundo rural- casi es un acontecimiento como el atraque de una carabela en la costa de un pueblo que faena en la pesca de bajura, tal que la villa pontevedresa en 1493. Tiene esta preciosa localidad otros hitos que jalonan mi discreta existencia. Allí, por vez primera, este niño de secano, mojó en el mar los pies que pocos meses antes corrían descalzos por las eras de mi pueblo. Estas son noticias que sólo tienen cabida en mi diario, pero uno va anotando sucesivas y pequeñas arribadas que a veces se solapan casualmente con otras de mayor envergadura. Pero así somos, o así me veo yo en el mundo, como una pequeña "dorna" de dos remos y pequeño velamen, atracada junto a una carabela.