Fulano, al desayuno del Día de los Enamorados, le pregunta a mengano (compa de trabajo) si le ha comprado algo a su pareja. Mengano dice que entre ellos no suelen, pues se trata de una fecha artificiosa y comercial. Fulano le advierte de que no se engañe, pues las fechas son como las señales de tráfico, si haces como que no las ves te estampas, o te multan; además (con un guiño cómplice) en el fondo siempre les gusta. Mengano hace caso de fulano, compra a toda prisa un regalo y, a la hora de comer, lo entrega. Primera reacción de sorpresa, segunda de cierta ternura, tercera de mala conciencia (al no haber hecho lo propio, ni proceder hacerlo ya), cuarta de sospecha: ¿qué está pasando aquí?, ¿qué se trae entre manos?, ¿quién le ha metido en esta nueva moda?, ¿de qué quiere hacerse perdonar? (y encima a contrapelo, al haber pasado la mañana explicando que ellos no celebran). Morros. Fin.