En el adelanto de un libro que saldrá a la luz en breves fechas sobre la generación actual, los autores, los sociólogos Bauman y Leoncini, afirman en un hondo análisis de los tiempos que se viven y entre otras muchas cosas que Internet es un mundo de ciberacoso y difamación. No es que sea un hallazgo, pues eso lo sabemos todos, pero es importante que se reconozca por parte de pensadores y filósofos de prestigio universal, caso de Bauman, fallecido no hace mucho. Pero todos sabemos también que es Internet para lo bueno y para lo malo el precio, caro precio seguramente, que la sociedad paga para estar interconectada en un mundo globalizado. No solo eso, porque igualmente, para los autores, y puede que de ahí el éxito inmenso de la red, ha convertido al ser humano en un ser totalitario que abusa de los poderes que la tecnología le confiere.

Hace unos días, el chef o cocinero o como se le quiera denominar David Muñoz, más conocido por ciertas extravagancias y por los vestidos de nochevieja de su pareja, Cristina Pedroche, que por su méritos culinarios, que no se duda que tenga, se atrevía a denunciar a través de las llamadas redes sociales, un invento bastante asocial, el chantaje, que esa era la palabra empleada, a que están siendo sometidos, como un constante bombardeo, los dueños de restaurantes y de hoteles principalmente, aunque no sean los únicos pues también se da en el gran comercio online, por parte de una gente, joven generalmente, que se califica a si mismo como influencer o como youtuber, y que pide ser invitado a cambio de posteriores buenas criticas del establecimiento en las plataformas de Internet más conocidas y utilizadas. Apoyan estos tales sus ofrecimientos en que cuentan, dicen, con miles de seguidores en la red que harán caso de sus consejos con el consiguiente beneficio para los empresarios.

Aunque el asunto haya salido ahora a la luz, resulta que es bastante viejo. Ya en algunas paginas webs especializadas en opiniones sobre el sector hostelero es fácil sospechar de trasfondos ocultos, tanto para bien como para mal. Hay hoteles, se cuenta, en los que se recibe cerca de un centenar diario de estos ofrecimientos de gorrones profesionales o amateurs, españoles y extranjeros, que quieren pasarse unos días en Ibiza, pongamos por caso, por la mera cara, todo gratis, a cambio de escribir luego sobre las excelencias del lugar. Incluso les hay, según han explicado algunos dirigentes del sector, que no solo eso sino que también piden dinero, para los gastos, por acudir. Todo lo cual hace que sean pocos y bastante seleccionados los influencers elegidos, que haberlos haylos.

Porque no deja de ser una forma de publicidad barata, viéndolo por otro lado, y de ahí que la costumbre haya proliferado.Al menos así lo ven quienes se dedican a esto y sus representantes. Claro que el caché depende de cual sea la influencia real que se estime que puede tener y el medio a través del cual se ofrece la propaganda, ya sea youtube o Instagram, entre otros soportes. O sea, y en resumen, que eso de acudir a Google para leer opiniones de clientes, sea de lo que sea, hay que hacerlo con reservas.