El diputado del Parlamento español Joan Tardà ha comparado a los líderes del independentismo catalán con Mahatma Gandhi y Nelson Mandela, dos grandes luchadores por la independencia de la India y contra el "apartheid" en Sudáfrica, respectivamente. Es una ocurrencia muy poco afortunada. La India era colonia británica cuando el abogado Gandhi puso en marcha su método de la no-violencia activa para conseguir la independencia de su país; lo inició precisamente en Sudáfrica, en el año 1893, después de ser expulsado de un tren por ser un indio sentado en un vagón de primera clase reservado a los blancos. Esto sucedió trece años antes de que Sudáfrica proclamara su soberanía y veintiuno del nacimiento del también abogado Nelson Mandela.

Primera distorsión de la realidad: Cataluña no es una colonia, porque, si lo fuera, formaría parte de los territorios pendientes de autodeterminación, como el Sahara Occidental, y reconocido como tal por las Naciones Unidas. En 2011, la Asamblea General declaró el período 2011-2020 Tercer Decenio Internacional para la Eliminación del Colonialismo. Quedan aún en el mundo 17 territorios pendientes de autodeterminación, pero entre ellos no figura Cataluña, una comunidad autónoma que forma parte del territorio español.

Segunda tergiversación: los independentistas catalanes han iniciado un proceso de autodeterminación, que no es un derecho, porque Cataluña no es una colonia. Por eso, eluden el término secesión y emplean el eufemismo de desconexión, un vocablo ambiguo extraído del lenguaje tecnológico, que significa interrumpir el enlace entre aparatos o entre aparatos y personas, para que cese el flujo existente entre ellos. No es, por tanto, un término políticamente homologable.

Tercer subterfugio: el derecho como comunidad autónoma de Cataluña emana de la Constitución de 1978, refrendada por todos los españoles, incluidos obviamente los catalanes. Cualquier alteración de ese estatus jurídico y político tiene que ser refrendado por quienes la votaron, es decir todo el pueblo español, naturalmente también los catalanes. Legalmente, no puede decidir una parte por el todo; de ahí la ilegalidad del llamado derecho a decidir, si como tal se entiende el derecho a la secesión. Los refrendos de autodeterminación solo tienen cabida legal en los territorios colonizados.

Cuarta deformación: Gandhi luchó para descolonizar la India. El sudafricano Nelson Mandela no, porque su país era ya independiente. Su actividad política tuvo como objetivo acabar con el "apartheid", una práctica de dominación política que convertía a los negros como él en ciudadanos de segunda clase, sin derecho al voto. Estuvo encarcelado durante 27 años, antes de su liberación en 1990. Fue un preso político en toda regla. Consiguió desmantelar el "apartheid" y lograr la igualdad jurídica y política de la mayoría negra, dominada por una minoría blanca. Fue elegido por sufragio universal presidente de todos los sudafricanos -negros, blancos y mestizos- en las elecciones de 1994.

Una de las batallas que libró Mandela fue contra la "bantustanización", fraguada por los ideólogos del "apartheid" para dominar mejor a los distintos pueblos sudafricanos. Desde 1959 hasta 1994 hubo en Sudáfrica diez reservas territoriales, destinadas a concentrar en ellas poblaciones étnicamente homogéneas. Es bueno recordar que "bantustan" significa "tierra de gente", concepto que no usó el gobierno segregacionista; oficialmente los designaba "homelands" (patria). El gobierno sudafricano concedió la independencia a algunos de estos territorios, pero no la reconoció ningún país del mundo.

Por todo ello, comparar a los líderes independentistas catalanes con Mahatma Gandhi y Nelson Mandela es, cuando menos, una ocurrencia poco afortunada. Ambos fueron presos políticos por su lucha contra el colonialismo británico y contra la segregación racial. Los independentistas pretenden imponer un "apartheid" ideológico, social y económico a quienes no piensan como ellos mediante una segregación territorial absolutamente ilegal.